1. El diario de Claudia: cómo mamar una verga


    Fecha: 12/08/2019, Categorías: Transexuales Sexo Oral Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos

    Muchos (¡y muchas!) me hacen esa misma pregunta: ¿qué se siente tener una verga dentro de tu boca? – me refiero, en tu boca, o más adentro, hasta la garganta. Déjenme decirle chicas que no hay experiencia alguna que se le pueda comparar! Tener un pene durísimo y grandote a tu disposición es la cosa más rica del mundo. La primera verga que tuve frente a mi pertenecía a Frank, un moreno que conocí en un bar de Houston, Texas. Frank era un negro fornido, de quizá 1.75 m, bien parecido – de otro modo no hubiese terminado en su cama. Lo conocí una noche de sábado, en un night-club gay que había en la ciudad; yo, como siempre, vestía de puta, aunque en esos tiempos no la “ejercía” y era solo para llamar la atención (¡y sí que la llamaba en los bares!). Recuerdo que eran más de la 1 AM y ya tenía varios tragos encima; me recosté sobre una baranda y de pronto sentí unas manos rodeando mi cintura. Ya estaba acostumbrada a que completos extraños me abrazaran o presionaran sus vergas contra mi minifalda cuando estaba en bares como ese… era realmente una chica fácil. En todo caso, Frank me convenció que lo acompañara a su departamento; obviamente yo ya sabía que significaba eso… estaba nerviosa pero al mismo tiempo emocionada y con todas las ganas de coger. Una vez en su dormitorio, él se quitó toda la ropa y yo me quedé en portaligas, tacos y brasier. Se sentó al borde de la cama, abriendo las piernas y así ofreciéndome una verga negra, dura y rolliza. Yo, de pie, la miraba: la boca ...
    ... se me hacía agua, los deseos me daban mareos, solo la vista de ese hermoso pedazo de carne era embriagante. Estaba a punto de gozar plenamente de una verga en carne y hueso. Como buena chica (o buena puta) me puse de rodillas entre sus piernas; no lo miraba a él, solo a su hermoso pene negro de casi 25 centímetros. Puse algo de saliva en la palma de mis manos y con ternura y delicadeza tomé ese mazo entre ellas. ¡Oh, oh, mil veces oh! La piel suave se sentía tan rica y tersa; su verga estaba completamente afeitada, al ras, resaltando más aún su exquisitez; además estaba circunciso, resaltando más aún la cabeza gorda del pene. Empecé a masajearla, frotarla, manosearla de cien formas; luego me la froté por las mejillas, como si fuese un oso de peluche… cada minuto que pasaba con ella me drogaba más y más. Era como estar en el nirvana, no podía aguantarlo más; con solo la punta de mi lengua empecé a lamer la punta de ese pene; lo lamía suavemente, como si fuese un caramelo, moviendo mi lengua en círculos alrededor de la cabeza; del orificio brotó una gota de líquido preseminal (“precum”), lo tomé de inmediato con mis labios. Era delicioso. Quizá pensando que alguna vez estaría en esa situación yo ya había “practicado” en casa a mamar vergas desde mucho antes, con mi colección de dildos; incluso tenía uno súper realista que medía casi 30 centímetros. Con algo de “ayuda de google” había aprendido las técnicas y trucos para un “deepthroat” sin problemas (¡ni nauseas!); para ser ...
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