1. La come guachos


    Fecha: 12/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... tiró un beso con la mano. Regresó a su casa y se desplomó en su cama, con su aliento ácido por los licores y con olor a cigarrillo hasta en la tanga. Durmió cerca de 6 horas y se despertó aturdida por el griterío y la pelota del vecino, que en plena siesta no tuvo mejor ocurrencia que jugar un rato con sus amigos. Salió en ropa interior a pedirles que por favor no le peguen pelotazos a su pared lindera porque se le partía la cabeza. Pero al ver a esos pendejos en cuero todos transpirados que la puteaban por corta mambo, le pidió al vecinito dueño de la pelota que de una vez se acerque a su casa y la ayude a buscar un arito que se le perdió bajo un sillón. El pibe obedeció rezongando, y en cuanto atravesó la puerta ella lo empujó sobre el sofá y comenzó a tirarle la goma bruscamente mientras lo reprendía por los insultos que éste le profirió. Ezequiel tenía una pija chiquita, pero Normita lo hacía gemir cuando le chupaba el culo y lo pajeaba, cuando se la mordía con calzoncillo y todo diciéndole que ama el juguito de los varoncitos en celo, cuando se inflaba las mejillas con su carne o cada vez que su leche saltaba como disparos de guerra, ya que fueron 5 los lechazos que le sacó. Luego de dejar exhausto y seco al pobre gurisito, le sacó un lechazo a cada uno de sus compañeros, que eran tres más. Recién entonces decidió darse un baño, comer un yogurt y enseguida salir a comprarse otras polleritas del mismo tamaño y bombachitas cada vez más chiquitas para así prepararse a una ...
    ... nueva aventura nocturna. Ya en el boliche se pidió un whisky y comenzó a bailar efusiva, sabiéndose la reina de la sensualidad. Hasta que se le acercaron dos brasileños que andaban turisteando por la ciudad. El de la barra ya les había advertido que la vieja puta es muy sociable y copada, que solo tenían que invitarla a bailar, y capaz que se aseguraban un polvito. Uno de ellos, Rodrigo, se le arrimó y le habló. Pero como ella no le entendía nada, solo le sonreía paseando su lengua por sus labios y no paraba de mirarle la pija intentando descifrar el mito de los negros con su gran boa. La mina quedó boquiabierta primero cuando se la manoteó por encima del bóxer tras bajarle la bragueta sin dificultades, y más tarde, cuando el tipo se la llevó a dar un paseo en su moto, porque el roce de su carne contra su culo perverso le desequilibraba el clítoris, ya que la mina iba sentada adelante entre las piernas del moreno. Cuando llegaron a una plaza desolada la bajó entre zamarreos, ató la moto a un poste de luz y le introdujo sin más ese enorme pedazo de chocolate de verga repleto de presemen a temperatura ambiente hasta un poco más allá de su campanilla. Le cogió la garganta como si se tratara de la conchita más profunda de un bulo de mala muerte, y la toqueteó marcándole los dedos por donde quiso. Por momentos le sacaba la pija de la boca y le cacheteaba la cara con ella teniéndola de sus rulos, y le pedía que le escupa los huevos. La acabada del negrito fue como la de un caballo, ...