1. Las consecuencias de ser infiel (Parte 2)


    Fecha: 13/08/2019, Categorías: Infidelidad Sexo con Maduras Autor: Erospopuli, Fuente: CuentoRelatos

    El viaje de novios los hicimos al caribe, a un hotel con muchas estrellas y en primera línea de playa, pero la noche de bodas debido ya al avanzado estado de gestación, la cosa quedó en unos simples besitos pues no queríamos desgraciar a la criatura. Así que yo que seguía con mi obsesión, de poner cuernos a diestro y siniestro pues me ponía a cien el follarme a la mujer de otro. No quería chicas guapas ni espectaculares rubias, sencillamente follar lo que era de otro y, luego mirarlo por encima del hombro pensando en el tamaño de sus cuernos. No tardé en encontrar a una mujer ya entrada en años. Erika dijo llamarse, venezolana ella, de cuarenta y muchos años. Era ese tipo de mujer que se dice que quien tuvo retuvo, y sin ser una belleza espectacular siempre hacía volver la cabeza a los hombres. Me dijo que estaba allí acompañando a su marido en un viaje de negocios el cual no le hacía ni caso. Solo pensaba en perseguir jovencitas y pasaba olímpicamente de ella. No deje escapar la oportunidad y después de unas copas y un poco de charla la acompañe hasta una caseta de las que se utilizan para cambiarse de traje de baño, bastante espaciosa y con unos bancos bastante cómodos en el centro. Allí me senté y ella me bajo el pantalón de las bermudas. Yo como siempre estaba trepado a tope, con esa mezcla de deseo y morbo de coger lo que era de otro. Aún tenía la falda azul puesta. Mi boca se cebo en su pezón derecho. Sus tetas eran grandes, muy grandes. Sentir aquello en mi boca ...
    ... nublaba mi mente, no hubiese parado nunca si ella no me hubiese dejado entrever que quería que bajase mas por su cuerpo. La gire y la puse boca abajo, baje la cremallera de su falda y se la quite. La dejé en pelotas y ante mi quedó aquel hermoso culo, culo que ese día seria mío. No pude evitar manosearlo mientras ella se movía lascivamente pidiéndome caña. Mi mano paso hacia su coño, acariciaba su depilada mata de pelo en un suave ir y venir. Notaba como se iba poniendo húmeda, cada vez movía mas su caderas, se estaba poniendo caliente, y yo necesitaba meter mi polla en su cueva. Al bajar a su entrepierna, noté un gusto que me hizo notar que no había sido el primero en probar aquel coño ese día. La miré y se lo dije hasta que ella me contestó: - Estoy dispuesta a con dos hombres por cada mujer que el cabrón de mi marido se cepille. Paro de moverse, se volvió, su lengua ascendía rozándome la piel del pecho, llego hasta mi oreja y me susurro... - Móntame, quiero que seas mi jinete particular. Mi culo te llama. Acto seguido, se puso a cuatro patas, culo en pompa, aquella imagen era impresionante ese gran culo delante de mi polla. Podía ver su clítoris húmedo y caliente y, su pelo púbico delicadamente depilado y al fondo sus grandes tetas apuntando al centro de la tierra. Encorvó un poco la espalda, mostrando aún más su abertura, agarre mi polla como un torero dispuesto a entrar a matar. La situé justo delante, pase mis dedos por sus labios mayores y con su flujo impregne mi espada. ...
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