1. Conocí a Javier ya hace casi 10 años


    Fecha: 24/08/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Conocí a Javier ya hace casi diez años, en una cena a la que fuimos con amigos comunes. Me acuerdo muy bien de la impresión que me dio nada más conocerle: me pareció guapísimo -ay, esos ojos...- inteligente, divertido... vamos, que me sedujo a primera vista. Después de ese primer contacto, salimos juntos alguna vez, pero sin mucho éxito. Así que estuvimos algún tiempo sin vernos. Al cabo de unos meses, le llamé por teléfono. Javier tiene un puesto de responsabilidad en unas oficinas, y le pedí que me asesorara en un asunto profesional. Tras eso, tuvimos algún contacto esporádico y nos llamábamos de vez en cuando. Al cabo de un tiempo, me comentó que se había ido a vivir con una chica, con la que después se casaría. Yo seguía soltera, y la verdad es que no era muy consciente de estar haciendo algo indebido al seguir llamándole, pero me sentía tan atraída por él que no era capaz de dejarlo. El caso es que algo después yo también empecé a salir con un chico. Un día, en el que casualmente yo había discutido con mi novio, Javier me llamó. "¿Me invitas a un café en tu casa?". Como si yo no supiera lo que venía después del café... El caso es que, después de dudarlo un poco, acepté, pensando decirle que tenía novio y que no íbamos a vernos más en privado, pero el caso es que cuando le tuve al lado me olvidé de todo: abrimos el sofá cama del comedor y allí mismo hicimos el amor. Desde ese día nos convertimos en amantes. Por esa época yo vivía sola, y aunque salía con mi novio, tenía ...
    ... los horarios suficientemente organizados como para que no hubiera riesgo de que nos encontraran. Solía venir a mi casa, una vez al mes más o menos, al principio con la excusa del café, y después ya directamente, al cerrar la puerta de la calle, me abrazaba y me daba un beso, y qué besos daba, sólo con eso ya me ponía toda mojada, parecía como si me quisiera comer, su lengua y la mía se acariciaban y entrelazaban como un preludio de lo que vendría después... Luego nos íbamos a la cama, y allí me hacía tumbarme (a mí me gustaba que llevara la voz cantante) y, si teníamos tiempo, me desnudaba lentamente, aún con las bragas me ponía la mano entre las piernas para notar el calor y la humedad que me provocaba, y luego, ya desnuda, me lamía los pezones, me acariciaba y apretaba los pechos con las manos, me recorría toda con manos y boca, y luego se ponía encima de mí, aún con el calzoncillo puesto, para que notara en mi cuerpo la dureza de su miembro ya erguido y dispuesto para el combate. Yo terminaba de desnudarle y me esmeraba en darle placer, le lamía el sexo, me lo metía en la boca (hasta donde podía, porque era de buen tamaño) me ponía sobre él para acariciarle con mi cuerpo y con mis labios, en fin, lo que se me ocurría, intentando descubrir todos los espacios posibles del placer, porque de él aprendí todo lo que sé. Y por fin, me penetraba, al principio con un poco de dificultad (la primera vez que nos acostamos, yo era virgen) pero progresivamente nos adaptamos como una mano ...
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