1. Preñada, sucia y en celo


    Fecha: 11/11/2017, Categorías: Otras Categorías, Fetichismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... amigo, pero antes de que intente moverse volví a serenarlo. Le molestaba el sinismo, la simpleza y la liviandad con la que actuaba su hermana. ¡creo que fue la noche que salí al boliche con el Jony… ahí conocí a tres flacos que me llevaron a un depto, y me dieron pija como nunca… hasta me hicieron la cola y todo!, agregó más tarde al silencio que se anudaba en la garganta del Rodri, y a mi poca experiencia como para aconsejarla el Jony es un amigo que tenemos con el negro en común. Yo le había dicho al Rodri que la veía más gordita. Ahora me sentía un boludo por eso. Esa noche todo terminó en un frío que se tornaba un desierto en la cocina. River perdía con unos peruanos, Rodrigo sudaba nervioso y Leticia comía arroz de una fuente que sacó de la heladera, cuando decidí que era momento de marcharme. El Rodri ni me estrechó la mano de la bronca. Pero Leticia me me rozó la pija en cuanto me agaché para saludarla. Rodri no la vio porque se entretenía con la jugada de un penal que no nos cobraron. Fue un movimiento rápido, fortuito, tal vez casual. Pero eso no evitó que se me ponga tan dura como la cuchara con arroz que entraba y salía de su boca. Con mucha vergüenza debo confesar que esa noche, apenas estuve unos segundos en mi cama, me hice una paja a la que le siguió otra y otra más. Pensaba en las tetas de Leticia. Imaginé que se las estrujaba para servirme su leche en una taza, y que luego me la volcaba en la pija para que ella me la manosee o me la lama. Se me venía a la ...
    ... cabeza su tremendo culazo, los gestos obscenos que me hacía cuando andaba con los cables pelados, su olor a pis habitual y en el dibujo de su vulva en las bombachas roñosas que usaba. Mientras mi mano presionaba más el tronco de mi verga, mis pensamientos se llenaban de sus cosas, y acababa cuando me veía haciéndole la cola con su pancita como testigo, y a escondidas de mi amigo. Para mi tortura, no me pasó solo esa noche. Una semana después regresé a lo de Rodrigo. Me sorprendió que todo estuviese en calma. La madre ya lo sabía todo, y aunque no le dirigía la palabra a su hija, no dejaba que le doliera o le faltara nada. El negro ya no la ignoraba. Esa mañana Leticia estaba descalza, con el pelo grasoso, con un vestidito suelto que no le tapaba el culo de tan cortito y una bombacha blanca. Nos cebó unos mates al Rodri y a mí, hasta que él tuvo que cubrir a su madre en la pastelería. Creo que ella tenía que hacer unos trámites. Era una mañana parecida a cualquier otra. No podía esperar que la piba, a minutos de la ausencia de mi amigo dijera: ¡yo te debo una guacho, así qué querés que haga por vos… la otra vez me salvaste… a lo mejor hoy estaría quebrada o en silla de ruedas! Mientras se reía le dije que solo intenté que no se hicieran daño. Le expuse mi enojo por lo que hizo la noche de la orgía, y ella me desviaba la mirada. Pero la clave estuvo quizás en mi involuntaria pregunta, ya repetida por todos los que sabían la noticia: ¡pero boluda, cómo puede ser que no sepas quién ...
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