1. La reeducación de Areana (11)


    Fecha: 28/08/2019, Categorías: Dominación Lesbianas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... vamos a movernos con nuestras relaciones. Yo tengo al menos cuatro turras que creo van a estar muy interesadas. Vos pensá si tenes alguna candidata. -Sí. –contestó Elena. –Tengo dos seguras. -¡Fantástico! Movete ya, entonces, y además llamá a ésa de la librería y decile que tendrá a la nena cuando quiera. Y otra cosa, a la mami ya la tengo lista, así que hoy a las siete de la tarde traeme a la putita y de acá se van las dos a la casa con instrucciones muy precisas. -A esa hora me tenés ahí con la nena. En cuanto cortaron la comunicación, Elena llamó a la librera para darle la buena noticia. -¡¿De veras, Elena?! ¡Ay, que feliz me siento!... ¿Y cuándo la podré tener? -Diga usted, Marta. Por parte nuestra no hay problema. -Bueno, entonces, a ver… -Pero, escuche. –interrumpió Elena recordando su charla con Amalia. -Sí, dígame. -Usted sabe que Areanita tiene una dueña, la señora Amalia. -Sí, recuerdo eso. -Bueno, le cuento que Amalia quiere convertirla en una putita muuuuuuuuuuuuuy putita. Quiere empezar a entregarla y usted fue la primera. Una privilegiada… -dijo Elena y emitió una risita. Marta acompañó esa risa y dijo: -Cuente, Elena, cuente… -¿Usted tiene alguna amiga a la que le gusten las mujeres? -¡Sí, querida!... Somos un grupo de tres damas que morimos por las cachorras… -¡No me diga!... Voy a comentarle esto a Amalia y desde ya le aseguro que vamos a organizar algo con la nena para usted y sus amigas. -Ay, Elena, estoy empezando a mojarme… -Escuche, llame a esas damas ...
    ... y las quiero ahí con usted la próxima vez que le prestemos a Areanita. Cuando tenga el asunto arreglado llámela a Amalia. -Me puso muy caliente, Elena… -Bueno, mastúrbese si le hace falta, pero después no pierda tiempo y ponga en marcha el asunto. -Le aseguro que ya mismo hablo con mis amigas, les cuento y llamo a esa señora Amalia. Areana había escuchado con la piel erizada lo que Elena decía, tanto hablando con Amalia como después con la librera y lo que pudo comprender hizo que su conchita estuviera mojadísima. -Escuchaste lo que hablé con tu dueña y con esa Marta. –le dijo Elena apenas cortó la comunicación con la librera. -Sí, señora Elena… -Y seguramente entendiste lo que te espera, ¿cierto? -Sí, señora Elena, me di cuenta por lo usted decía… -respondió Areana. -Perfecto, además a las siete de la tarde tenemos que estar en lo de Amalia, que ya tiene lista a tu mamita, y se van a las dos a casa con órdenes muy precisas, como me dijo tu dueña. -Sí, señora Elena… -murmuró Areana. Elena quiso entonces comprobar el efecto que sus diálogos con Amalia y con la librera habían provocado en la niña y la hizo ponerse en cuatro patas, con el culo en dirección a ella. -Separá bien las rodillas. –le ordenó y al imaginar lo que venía la sumisita se excitó aún más. Elena le metió mano y ratificó lo que sospechaba. Entonces se llevó a la boca esos dos dedos que había metido en la conchita de la nena y disfrutó de esos jugos cuyo sabor no le disgustó. -Te excitaste, putita… Te calentó ...
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