1. Ayudando a Mamá (05).


    Fecha: 30/08/2019, Categorías: Incesto Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos

    Capítulo 5. Cuando la nueva relación con mi madre se afianzó comenzamos a vivir unas semanas maravillosas. Cargadas de sexo y amor. Era común encontrarnos en el comedor, practicando distintas posturas sobre una silla. También frecuentábamos el sofá o mi propia cama, en la que sólo cabía una persona. Resultaba estimulante hacerlo en esos sitios tan apretados, además aportaba variantes a nuestra relación. Cada día nos entendíamos mejor, uno ya conocía los tiempos sexuales del otro e intentábamos usarlos de la mejor manera. Una tarde nos encontrábamos en su cuarto, ella estaba en cuatro sobre la cama con la cara apoyada en una almohada y yo prácticamente parado sobre ella, con las rodillas levemente flexionadas, perforando su culito a vergazos. Muchos creerán que desde el día en que mi madre me entregó su cola, yo no iba a hacer otra cosa que metérsela por atrás todo el tiempo y en cualquier lugar, pero lo cierto es que no era así. Consideraba el culito de mi madre el mayor de mis placeres, ella también lo vio de esa forma, si bien al principio lo practicamos con cierta regularidad, ahora ya no lo hacíamos así. Su agujerito trasero se transformó en un trofeo para ambos. Un trofeo que sólo podía reclamarse en momentos de grandes calenturas. De esta forma lo manteníamos como algo especial y además su ano se mantenía con cierta estrechez. Me encantaba volver a penetrarla por ahí luego de haber pasado varios días. Tenía que usar abundante lubricante porque era casi como ...
    ... desvirgarla otra vez. Los días en los que ella tenía el período femenino (porque aún lo tenía, motivo por el cual debía tomar anticonceptivos) no se transformaban en excusa para partirle la cola. Nos manteníamos activos sexualmente, aunque yo me mantenía alejado de su vagina, porque así me lo pedía ella. Mi madre me hacía los mejores petes en esos días. Se esmeraba muchísimo y podía estar mucho tiempo chupando sin parar. Lo que sí ocurría con frecuencia es que se tragaba el semen, ese fetiche se lo permitía casi siempre que podía. A veces su calentura la superaba y la escuchaba decir “Traé la botellita de aceite”. Era una forma indirecta de decirme “Quiero que me des por el culo”. Así es como habíamos llegado esta tarde al sexo anal. Su apretado culito se negaba a ceder ante mi palo viril, pero a pesar de eso yo no me rendía, seguía penetrándola mientras ella gemía intentando no gritar, porque a veces gozaba al retener el aliento. Por los vecinos nos preocupábamos poco. Que la escucharan cogiendo de vez en cuando a nadie le resultaría raro, pero si la oían con frecuencia algún metiche comenzaría a notar que no veía entrar ni salir ningún amante a la casa, así que ese era otro motivo para no gritar todo el tiempo. Me encantaba verla con el culito levantado mientras yo la taladraba. Habían pasado casi tres semanas desde la última vez que lo hicimos por ese agujerito, pero hoy me pidió… mejor dicho, me rogó “por favor” que le partiera la cola. Con esas mismas palabras, ella se estaba ...
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