1. UN ENCUENTRO EN LA ISLA DE LA TOJA


    Fecha: 19/04/2019, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: QUIQUE, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    Estaba en una habitación del Hotel Balneario de la Isla de la Toja, una habitación con un gran ventanal desde el que se veía el mar, con una mesa y unas sillas, con baño, WI-FI, teléfono, caja fuerte, televisión satélite, carta de almohadas, (plumón, lana, látex, silicona...) Y albornoces y zapatillas para uso interno.
    Llamaron a la puerta de la habitación, abrí vistiendo un albornoz y sin nada debajo. Allí estaba Diana, mas bella que nunca. Llevaba puestos una minifalda negra, una cazadora gris, una blusa blanca y calzaba unas botas altas de mosquetero. Le dije:
    -Hola, preciosa.
    Entró en la habitación. Su voz sonó cómo un reproche cuando me dijo:
    -Lo nuestro es siempre hola y adiós.
    La cogí por la cintura y la besé. Me correspondió, pero sin efusividad. Le pregunté:
    -¿Ya cenaste?
    -No.
    -Me alegro. Dos langostas iban a ser demasiado para mí.
    Nos sentamos a la mesa, en la que había dos langostas y dos botellas de albariño, pan...
    Diana ya llevaba media botella de Albariño, cuando me dijo:
    -Tego que decirte algo, José.
    -¿Lo qué?
    -Que ya no me conformo con tenerte a escondidas.
    -¿Con qué te conformarías?
    -Quiero ocupar el lugar de mi tía. 
    -Tú, eres tú, y mi esposa es mi esposa.
    -Entonces esta es la última vez que nos vemos. 
    Me quedé de piedra. Solo se me ocurrió preguntarle:
    -¿Quieres que juguemos o te pido un taxi?
    -Ya que estoy aquí. Me voy a despedir como es debido.
    Se levantó de la mesa y puso en su teléfono móvil el clásico, You Can Leave you Hat on. ...
    ... Me senté en el borde de la cama. Creo que el albariño la había puesto contenta.
    Elevó los brazos y movió con sensualidad su cabeza, brazos, cintura y caderas. Se quitó la cazadora y la arrojó al piso, sin dejar de mirarme a los ojos y de bailar con movimientos sensuales, se fue quitando la blusa botón a botón. Se bajó la cremallera de la falda y la dejó caer al piso. Volvió a levantar los brazos y se contoneó antes de quitar el blanco sujetador... Lo quitó muy, muy lentamente, y después me lo lanzó a la cara. Se dio la vuelta y bajó un poco las bragas. Vi parte de sus morenas nalgas moviéndose con ritmo. Se bajó las bragas, las dejó caer al piso, y al darse la vuelta, ¡Sorpresa! Se había dejado crecer el vello púbico. ¡Que pedazo de mata de pelo negro se gastaba! Ya  estaba empalmado, pero se me puso, dura, dura, dura. Acabando la canción, Diana, solo con las botas puestas, se arrodilló y vino junto a mí, gateando y contoneando el culo. Al llegar a mi lado me abrió la cremallera del pantalón, la sacó y me la chupó sin manos. Le acaricié la cara e hice que se pusiese en pie. Yo también tenía una sorpresa para ella. Quité la colcha de la cama con mucho cuidado y Diana vio la sábana cubiertas de pétalos de rosa. 
    Tenía una sonrisa en los labios cuando se echó sobre los pétalos y cerró los ojos. Después me dijo:
    -Necesito sexo. Cuando bebo me pongo muy cachonda.
    Cogí cuatro cuerdas en el cajón de la mesita de noche y la até de pies y manos a los pies de la cama. La amordacé y ...
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