1. La hija de su amiga


    Fecha: 13/11/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... al, pero si lo hizo no dio muestras; seguimos con la animada conversación como si nada. Salimos de aquel bar y de aquella penumbra sicodélica de luces insultantes y ahora sí, por fin la pude ver en todo su esplendor, caminando bajo la clara luz de las farolas del paseo marítimo. Era hermosa. Le calculé 1,70 m. de estatura, pelo rubio, suelto en media melena que despreocupadamente levantaba de su cara y enviaba hacia atrás con su mano izquierda, volviendo al instante a su posición; liso, brillante. Tenía unos grandes ojos azules, que transmitían a mi modo de ver su fogosidad, su sensualidad. El vestido azul se ceñía a su cuerpo como un guante a una mano. Pechos insultantemente firmes y altaneros, retadores creía yo. El vestido era abierto por detrás, dejando ver una espalda bronceada y allí, donde se cerraba, nacía aquel redondo y macizo culo, que a cada paso que daba su dueña vibraba terso y recio. Paseamos por la playa y nuestra conversación adquirió un tono íntimo, tranquilo. Allí donde las luces del paseo se atenuaban y ya se distinguía mejor el mar y se escuchaba el batir de las olas, que no era ni remotamente tan intenso como el batir de mi corazón que se agitaba bravamente disponiéndose al ataque; allí sobre la arena de la playa, tomé su carita angelical con mis manos y lentamente, mirándole a los ojos acerqué mis labios a los suyos y nos fundimos en un beso suave al principio, pero que fue aumentando en intensidad hasta que ya nos devorábamos y nuestras lenguas se ...
    ... engarzaban como si aquello fuera una lucha por ver cual de las dos besaba más. No hizo falta decirlo, cogidos de la mano caminamos hacia el coche; antes de subir nos besamos despacio pero intensamente, como si en este beso estuviera la aprobación, la disposición de los dos a realizar todo lo que en aquel momento pasaba por nuestras mentes. Abrí la puerta de la habitación y encendí una tenue luz de la cabecera. Nos besamos primero en los labios, luego mi lengua besó el lóbulo de su oreja izquierda y siguió besándole el cuello, otra vez su boca; mientras tanto su toalla caía al suelo y a la vez que Claudia me iba desnudando, ya sentados en la cama, yo recorría su cuerpo con mi lengua, con mis manos, con mis ojos. ¡Bendita sea tanta belleza para mí!, ¡Bendita mi suerte de hoy!Desnudos los dos sobre la cama de aquel hostal, mi lengua ya iba por su ombligo, con dirección al triángulo dorado de su pelvis; ella se fue girando hasta que su lengua emprendió similar recorrido por mi cuerpo. Iniciamos un 69 extraordinario. Cuando mi cara se acercó a su sexo, sentí el embriagador aroma de su excitación; sus piernas se abrieron y mi boca se dispuso a saborear aquella deliciosa concha marina, aquel manjar de Neptuno. Apartando los bellos de oro que la cubrían deslice mi lengua de abajo a arriba, saboreando su néctar, despacio, lamiendo sus labios interiores, que por momentos se hacían más gruesos, penetrando su entrada con mi lengua, dos, tres veces y prosigo la escalada hacia su clítoris. ...