1. La vendedora


    Fecha: 07/09/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Relato 100% real: Hace poco estaba una tarde en mi Oficina sin mucho que hacer. Durante la mañana me había dedicado por completo a unas labores de marketing con bastante afán y después del almuerzo, sencillamente me dediqué a buscar entre mis papeles algún número de un cliente ó inventarme alguna carta para los clientes. Estaba bien concentrado en mis pensamientos cuando de repente oí que alguien abrió la puerta y alcé la vista para ver quién era: Hello! Hello! Me dije a mí mismo, como que se puso interesante la tarde. Era una señora de unos cincuenta años, elegante, no una belleza, sino elegante, buenas tetas y nalgas grandes, blanca, atractiva, rellenita. Como dije no una belleza, pero sí un culo para echarle su buen polvo. -Buenas tardes! En qué puedo ayudarla? le dije. -Buenas tardes! Pasaba por estas oficinas y decidí entrar. Y comenzó a contarme que ella representaba una compañía de artículos de oficina de todo tipo. Me enseñó un catálogo con fotos y precios. Yo le hacía caso para salir de mi aburrimiento y no miraba el tiempo para comenzar a lanzarle los perros. Me preguntaba si necesitaba algún impresor, cartuchos de tinta, papel, etc. y yo sólo le miraba el escote donde asomaban el inicio de las tetotas. A veces me pillaba viéndola y pretendía no darse cuenta. Luego comenzó ya a hablarme de otra forma, ya con más confianza, cruzaba las piernas y notaba como algún nerviosismo. Ahora es cuando –me dije- y le indiqué con el dedo que me diera más detalles de un ...
    ... impresor que aparecía en su libro, me levanté de mi silla y me situé a su lado, un tanto cerca de ella, y le indicaba yo con mi dedo cuál me interesaba y ella me contestaba. A todo esto ya era notorio mi paquete en el pantalón y de reojo ella lo miraba y pretendía luego ver para otro lado, luego agarré el catálogo con la mano, lo ví por unos segundos y le dije que podía servirme uno de ellos. Ella como se mantenía sentada, alzó la mano para tomar por una lado el catálogo y yo no lo soltaba, sino que me lo acerqué a mi verga, de modo que ella con el dorso de la mano me lo estaba tocando, digamos "sin querer". La primera vez se asustó al sentir lo duro de mi verga, hizo el intento de retirar la mano, pero después reaccionó y se dejó llevar. Este primer rozón de verga duro como 5 segundos. -Permítame, le dije y volví a tomar el libro con ambas manos como leyéndolo para preguntarle algo de otro impresor. -Y éste.. cuántas hojas a color imprime por minuto? Mientras repetía la operación: ella lo agarraba por un lado el catálogo y yo lo acercaba a mi verga para que me la tocara. En esta ocasión fue más fuerte y duró más tiempo. Ya sus respuestas eran titubeantes y yo no necesitaba ya jalarle el libro, sino que ella dejó la mano así y me la rozaba "inocentemente", sin que ninguno de los dos dijera algo. Después de esta primera fase de calentamiento y tanteo, pasé a la segunda etapa. En esa oficina todas las tardes permanecía yo solo. Podía cerrarla y nadie se daba cuenta, nadie llegaba a ...
«123»