1. Tarjetas black (Parte 2)


    Fecha: 17/11/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos

    ... relámpago de gusto. Cuando de pronto aquel conquistador metió su dedo índice en el coñito de la profesora, ella suspiro de placer. Pero cuando el señor ejecutivo comenzó a jugar con su dedo alrededor y en el centro de su ano, dejó a Anna sin respiración. Lentamente le metió el dedo por el culo al mismo tiempo que le devoraba el coñito. Anna, acuciada por aquella rara sensación abrió bruscamente los ojos pero no pudo decir nada, ya que el español le estaba cepillando los dientes con una brocha demasiado gorda. Aquel ángel la estaba atendiendo por todas partes. Anna hervía de excitación, el bastardo estaba consiguiendo que saltaran chispas de su sexo a la vez que forzaba su culo con al menos dos dedos ya… La boca de Anna se abrió en señal de sorpresa pero no protestó, le gustaba y quería que siguiera por el momento. Mientras él la hacía delirar haciendo ceder con suavidad su delicado orificio trasero, ella seguía mamando generosamente el sexo del ejecutivo. Anna gozaba con aquella estimulación múltiple tan agradable como indescriptible, hasta que súbitamente al incorporarse el morenazo la polla escapó de su boca. Roberto se levantó y tomando de las manos a Anna la ayudó a ponerse de pie. Ambos estaban de pie frente a frente. El hombre tomó a Anna por la cintura, la volteó y la empujó de nuevo hacia la cama. Sabía en qué posición deseaba que se pusiera, o eso creía ella, así que se arrodilló en la cama y apoyo los codos sobre las sábanas. El hombre desde atrás veía fascinado ...
    ... como la señora le ofrecía aquel hermoso y firme trasero que lucía además fuerte y desafiante. Anna miró hacia atrás y esperó en silencio al filo de la cama, orgullosa de hechizar a un hombre como aquel a pesar de su edad. Anna vio como el ejecutivo se acercaba sin prisa. La camisa blanca se había salido parcialmente del pantalón, de forma que su potente miembro surgía entre los pliegues de tela. No podía negar que el ejecutivo se veía condenadamente atractivo, pero Anna prefirió cerrar los ojos, no ver, sólo sentir. La iba a sodomizar. Aquellos instantes le parecieron eternos. De pronto, notó cómo las manos de Roberto acariciaron su trasero en círculos para bajar después a repasar la rajita de su sexo. Sus dedos juguetearon con su vulva. Volvió a subir y notó como le separaba un poquito las nalgas. Anna estaba que se moría. La volvió a preparar con toda la dulzura que un hombre puede mostrar con una mujer al mismo tiempo que le introduce hasta tres dedos por el culo. De improviso, Roberto su tumbó en la cama junto a ella. ― Móntame tú, ¿OK? Cuando Anna logró salir de su asombro no tardó en estar a caballito sobre él, cabalgando con su semental dentro del coño. Pero tras unos segundos Roberto retomó la puesta a punto del ano femenino. ― Escupe ―le pidió Roberto poniéndole la mano delante de la boca. El hombre le untó su propia saliva y volvió a meter los dedos. ― Más ―repitió el ejecutivo. ― Ya está. Cámbiatela. Anna quedo aturdida, nunca lo había hecho así. De hecho sólo la ...
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