1. Mamitas necesitadas


    Fecha: 18/11/2017, Categorías: Incesto Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... volver a la fiesta, me dijo entre dientes: ¡Feliz día mamita, no sabés cómo me gustaría ser un bebé para comerte esas tetas! Eso encendió todas mis alarmas, liberó mis ratones y me impulsó a colgarme de sus hombros, comerle la boca con mi lengua adentro de la suya y tantearle el paquete como una cualquiera. Le dije que mi madre vive en esa casa de rejas negras mientras se la señalaba, y que lo esperaba a la siesta. Le di mi número de celular, y le pedí que me mande un sms, así lo hacía entrar por el portón del garaje. No sabía exactamente lo que hacía. Nunca en 40 años fui capaz de encarar a un hombre, y menos por calentura. Volví a casa, corté los tomates, ayudé un poco a poner algunas copas y, pronto ya estábamos almorzando entre brindis, aplausos al asador, gritos a los niños para que no jueguen con la comida y charlas sin sentido, en su mayoría chismes de nuestros maridos. Yo trataba de calmar mis pulsaciones, teniendo en cuenta que algo pasaría con aquel intruso en unas horas. Flavia me puso más nerviosa cuando dijo antes del postre: ¡Che Patito, vos estás media rara nena, como si estuvieses haciendo el amor con un pendejo! Todas las que la escucharon se rieron y asentían su observación. Yo enrojecí, pero enseguida la atención se centró en Luisina, mi hermana menor, que nunca sabrá quién es el padre de Tomás, su bebé de siete meses. Pensé que la guacha hasta hace poco se la pasaba cogiendo, y sentí envidia por eso. Pronto llegaron los regalos, algunos juegos de mesa ...
    ... para los niños, los vinos para seguir brindando y las masitas dulces. Cuando vibró mi celu en mi bolsillo recordé que ya eran las cuatro. ¿Qué querés que hagamos con esas tetas bombona?, decía el sms de Lucas. Le escribí que me espere donde habíamos quedado, y les dije a todas que me sentía medio mareada, que prefería tirarme un ratito, no más de una horita. Como había bebido vino en abundancia ninguna opinó lo contrario. Corrí al garaje y apenas abrí el portón para que Lucas entre sin hacer ruido. Ahí adentro nos comimos la boca y lo dejé que refregara su bulto en mi culo mientras me seguía a la habitación de doña Lita, que era la primera que encontraríamos disponible. Entramos, le bajé el pantalón, me abrí la blusa para que me mire las tetas, se las froté en el pecho y me agaché un poco para juntarlas a su tronco firme, erecto y caliente, tanto que le estiraba la tela de su bóxer azul con rayas. ¡tirame la goma guachona, vos seguro sabés mamarla re zarpado putita!, dijo jadeando solo por el contacto de mis dedos en su pene para sacarlo de ese calzón apretadito. Me calentaba que me trate así. Quería cogérmelo ahí mismo. Por eso ni lo dudé, por más que nunca lo había hecho. Le lamí el pene desde la puntita a la base, se lo besé, lo olí y me pegué con él en la boca, volví a apretarlo contra mis tetas ya afuera del corpiño, le lamí los huevos y le besé las piernas. El pibe gemía, me acariciaba el pelo y hacía malabares para llegar a mis lolas y palparlas como un ginecólogo ...
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