1. Orgasmo en el ascensor


    Fecha: 20/11/2017, Categorías: Lesbianas Autor: Peli, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Mónica, tengo algo más de treinta años, y la verdad es que nunca había hecho demasiado caso a los maliciosos cotilleos que circulaban por el bloque en el que vivo con mis padres, respecto a que mi amiga y vecina Paqui, de mi misma edad, era una lesbiana. He de reconocer que algunas veces me había dado la sensación de que me miraba con un cierto deseo e interés. Pero como ella nunca me había hecho ni la más mínima insinuación achaque esta impresión a haber oído alguno de esos rumores, y no le di ninguna importancia. Ese día iba a salir de compras con mi amiga, y estaba muy contenta porque, gracias al buen tiempo, podía volver a ponerme un vestido de primavera que me gustaba mucho, pero que me costaba horrores de abrochar ya que tenía un montón de odiosas trabillas en la espalda que eran muy difíciles de ajustar. Dio la casualidad de que también estrenaba un coqueto sujetador calado con cierre por delante, realmente precioso, que me ayudaba a realzar todavía más mis ya de por sí grandes y firmes pechos; que siempre he pensado que eran la parte más atractiva de mi anatomía, dado que es en la que más se fijan todos los hombres que conozco. Mi vecina iba con una corta minifalda, que le permitía lucir sus largas piernas; y un fino suéter, que lucía como de costumbre sin sujetador. Pues, en verdad, sus pequeños senos apenas necesitan nada que los mantenga firmes. Aun así en más de una ocasión le había aconsejado su uso, aunque solo fuera para disimular los traviesos y ...
    ... puntiagudos dardos de carne que se marcaban claramente en la ceñida blusa, como queriendo atravesarla. Les cuento todos estos detalles para que se hagan una idea de lo mal que lo pase cuando nada más arrancar el ascensor, en el que por suerte bajábamos las dos solas, note que se me soltaba el cierre del sujetador. Así se lo dije a Paqui, y esta paro el ascensor de inmediato. Le comente que tendríamos que subir hasta mi casa a que me lo pusiera bien, pero ella me dijo que lo más seguro es que no hiciera falta llegar a esos extremos. Después, soltándome el lazo del vestido con desenvoltura, se metió hábilmente debajo del mismo, para intentar arreglar la incómoda situación allí mismo. Yo me sentí muy violenta, sobre todo cuando note la insinuante presión de su rodilla en mi intimidad, bien instalada entre mis piernas separadas, pues mis braguitas eran muy finas y me hacían notar todos sus roces con demasiada intensidad. Pronto sentí su cálido aliento entre mis senos; y, aunque no vi ningún motivo para ello, note como apretaba suavemente mis pechos al tiempo que conseguía cerrar de nuevo el sujetador. Mientras Paqui salía de debajo de mi vestido pude notar claramente cómo se apoyaba, brevemente, en mi sensible entrepierna. La verdad es que no me enfade lo más mínimo ante su osadía; al contrario, me sentí bastante excitada con la insólita experiencia. Por eso me puse roja como un tomate y no me atreví a mirarla de nuevo a los ojos. Ni siquiera cuando, a los pocos instantes de arrancar, ...
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