1. Incrustaciones Forzadas


    Fecha: 06/09/2019, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Sombra, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    ... escúchame bien! ¡No permitiré que ella y tú se casen jamás, lo escuchas, jamás!
    
    Lucía perdió los estribos y se abalanzó contra él. Pensó se aprovecharía de la situación para golpearlo, cada vez que había tratado de cachetarlo anteriormente la podía detener. Ahora no podría defenderse.
    
    Contra todas las probabilidades, no ocurrió, todo lo contrario, se subió a la cama sobre él, y le bajó el pantalón de la pijama y los calzoncillos, dejándolo nada más con la camiseta blanca que llevaba. Sujetó su falo y lo sarandeo hasta que se erectó. Por su parte, con una sola mano se sacó el camisón que consistía de una playera bastante larga que le llegaba hasta medio muslo y descubrió su cuerpo desnudo por completo.
    Sus pechos medianos, su cintura avispada, su gluteos carnosos y sus caderas de fuego hacían juego con esa deliciosa concha situada en su entrepierna, limpia, jugosa, algo velluda y sobre todo, olorosa. Ese aroma de hembra deseosa terminó de exitarlo a más no poder. Lucía se sorprendió, no creyó poder ver el día en que ese instrumento estuviera en sus manos y en esa situación.
    
    -¿Qué te pasa Luci? Bájate y termina esta broma pesada
    -¿Cuál broma? Esto es muy serio, te voy a convencer de que no te conviene seguir con esa zorrita, mosquita muerta, y mucho menos que te cases con ella.
    -No lo puedes impedir. Nada de lo que hagas podrá evitarlo. Además no entiendo por qué te importa tanto. Se supone que tú ya no quieres estar aquí, sino para qué tanto drama, gritos y peleas ...
    ... con mis papás.
    -Como siempre, despistado completamente. Por tí, ¿qué no te has dado cuenta? No soporto verte con ella, no te quiero ver con ninguna, porque cada vez que te veo me es más difícil separarme de tí.
    Desde antes de la purbetad, siempre compartimos todo, pero cuando comenzaron a crecerme estas, ya no me dejaron estar contigo como antes. Tú me lo prometiste, me juraste que nos casaríamos.
    -¿De qué hablas? No podemos hacer eso, era un juego de niños, no sabíamos que significaba eso. Ya eres muy mayorcita para entender eso. Esto es otro de tus dramas para chantajearme con algo, siempre fuiste una loca, pero esto es...una tontería.
    
    El cuarto se quedó en silencio, las lágrimas de la chica se precipitaban contra la piel de él, lo miraba fijamente, su nariz moqueaba y su cabello revuelto le caía sobre el rostro, mojándose con las lágrimas que se corrían por las mejillas rasuradas la noche anterior.
    
    -Te demostraré que no estoy jugando, que no es mentira y que no es una locura mía, no otra más. Jamás te casarás con ella, con nadie. Eres mío y de nadie más. Hoy comienza sino nuestro matrimonio, sí nuestro concubinato.
    
    Sus caderas se alzaron, su mano derecha buscó esa verga que no había perdido la dureza y la centró, colocándola a la entrada de su vagina, completamente lubricada. Lentamente fue bajando, dejó entrar el glande, y se detuvo, fue el instante, la prueba fehaciente e irrefutable. El meato del falo sintió la tela de carne que validaba su pureza, su amor, ...
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