1. La calentonsita de la Yani


    Fecha: 21/11/2017, Categorías: Sexo Oral Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... Una mañana me mostró delante de todas que se le había descocido la calza en la entrepierna, y que por eso no iba a hacer nada. Verle la bombacha por dicha aventura fue demasiado para mi autocontrol. Le dije que si no hacía al menos una serie de 15 abdominales no le ponía el presente. Yo sabía que venía re jugada con las faltas. Rezongó y se quejó cuando le pedí que apague el cigarrillo con el que entró al patio. Pero en cuanto el montón de chicas jugaba al vóley, se echó boca arriba en la colchoneta para cumplir con mi consigna. Me pidió que le tenga los pies mientras contaba con desinterés las 15 abdominales. Mi olfato podía violar cada poro de su esencia al moverse, y mis ojos se quebraban en la tela de su colales mientras el agujero de su calza se pronunciaba más. Yanina no era linda ni atractiva. De hecho, era discriminada por gordita, aunque también dueña de 18 años respetados por su temperamento, su éxito con los varones y su cola trepadora. Cuando la ayudé a levantarse la muy toquetona rozó mi bulto haciéndose la inocente. Al rato vi que le contaba su travesura a las chicas. Era evidente, ya que todas miraban mi paquete desde lejos y reían. La verga no se me bajó hasta que salí del colegio. Otra mañana, mientras todas hacían unas espinales, Yanina me dijo cuando yo le corregía la postura de las manos: ¡profe, no cierto que la Lore tiene la cola más linda de todas?! No le respondí, y como consecuencia de mi silencio Yanina se levantó dejando que se le caiga el jogging. ...
    ... Al parecer tenía los elásticos vencidos. ¡uuuh, perdón profe!, dijo subiéndolo sin apuro, y esa vez no tenía ropa interior. Lorena era una rubia insulsa de ojos tristes, pero era cierto que su cola podía ser el homenaje nocturno de todos los varones del curso. Aunque la favorita para mi calentura era la de Yani. Esa mañana, apenas todas disfrutaban del recreo, la piba se me acercó y me dijo haciendo globitos con su chicle: ¡profe, usted tiene un lindo auto; ¿no me llevaría a pasear algún día?! De nuevo tragué saliva y no contesté. Hubo otras mañanas en las que sus provocaciones hacían que mis huevos se den a la tarea de fabricar más y más leche para su boca. Había soñado con eso. Incluso una mañana me acabé encima con solo rozarme la punta del pene mientras la veía correr con una mano adentro de la calza. Ese mismo día le bajó el pantalón a Lorena haciéndose la graciosa. Como la Lore enseguida le pagó con la misma moneda, todas se le cagaron de risa porque tenía una bombacha blanca hecha pedazos. Pero a mí me bastó para no rechazar otra vez aquella propuesta de llevarla a dar una vuelta en mi auto. No fue ese día, aunque no hubo que esperar mucho. Resulta que un frío lunes de junio se llovía todo, y no era posible salir al patio ni a la canchita. Como yo tenía que ir de todos modos a dar el presentismo, a eso de las 11 vi a Yanina comprando en el kiosquito del colegio. Me fui acercando con disimulo, pero ella aceleró el trámite corriendo hacia mí, y no tuvo pudor en posar su ...
«1234...»