1. El vendedor marroquí de artesanías


    Fecha: 13/11/2019, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Manu, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    El verano pasado con mis padres hemos transcurrido dos semanas de vacaciones en Marruecos, en la hermosa ciudad de Essaouira, en la costa, al sud de Rabat. Un descanso de varios días donde aprovechamos el sol y el mar, largas caminatas y disfrutamos el placer de comer pescado y deliciosos platos típicos del país. Una mañana fuimos al mercado de las artesanías. Fué esa vísita que me dió la oportunidad de encontrar un muchacho que de golpe me gustó. Sentí desde el primer minuto una tremenda atracción para él. A mis 16 años, nunca había probado algo similar. El joven marroquí se dió cuenta de mi interes y me miró. Era la primera vez que vivía una experiencia semejante, pués nadie antes me había mirado con aquel deseo. Todo contribuía a que me encontrara muy confuso. El vendedor, aprovechando que mis padres estaban mas lejos, me habló. Permanecí callado durante un buen rato. Así pues, continué fingendo interesarme a sus artesanías. Aunque fuera indudable que él me atraía, me daba pavor hablarle, mis padres podian verme. Quizás porque intuia que él había visto en mí un seguro objeto de su deseo, traté desde aquel momento de rehuir sus ojos. Además percibía que él, por su edad de 25 o 26 años, tenía mucha más experiencia de la vida que yo. De aquellos ojos oscuros emanaba una enorme seguridad en sí mismo. Así pasaron dos o tres minutos más de libidonosas miradas suyas y de absurdas precauciones mías. Instantes después, mirandome con gran lascivia, al tiempo el moro pasó su ...
    ... lengua, muy despacio, por aquellos sensuales labios, y me hizo unas preguntas : "Hola ! Hablas español ?... " "Si... soy turista... Con mis padres.... estamos en el hotel M. " Durante unos segundos reinó el silencio entre los dos. Mis ojos no dejaban de explorar cada rincón de su cuerpo. Tenía rasgos muy masculinos, su tez era morena, su cara angulosa, sus ojos negros penetrantes. El tambien, del otro lado del banco me examinaba. Su cuerpo aunque delgado se veía atractivo. Observé que tenía un bulto prominente, que el sutilmente acarció frente a mi. No dejaba de observarme con esos ojos tan profundos. Me regaló una bonita sonrisa que mostró unos dientes blanquisimos e igualados, dibujando una preciosidad de rostro. Ahí me quedé sin poder moverme.  Inclinandose hacia mi, el joven marroquí me susurró : " Si te apetece, podemos vernos más tarde... Te espero esta tarde... o noche... cuando quieres... Si mi caseta ya está cerrada, basta dar unos golpeteos contra la puerts... Te esperaré..." Sus palabras me paralizaron. Sin contestar, salí de su caseta, acercandome a mis padres. En la noche no hube el coraje de salir del hotel.
    
    El día siguiente, aprovechando que mis padres querían dormir la siesta, salí del hotel y me dirigí hacia el mercado de artesanías. Por el calor de esas horas de la tarde, no había casi nadie. Pasé en frente de la caseta del muchacho. El me reconoció de inmediato, me hizo segnas. Acercandome, el me hizo entrar, cerró la puerta de su caseta detrás de mí. Sin ...
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