1. Madres sacrificadas 3: Yemina se enfrenta a un monstruo para salvar a su hija


    Fecha: 27/11/2017, Categorías: No Consentido Fantasías Eróticas Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... enorme mano, cuyos dedos rodearon su cintura casi en su totalidad, y la alzó con la misma facilidad con que un adulto levanta a un bebé. Yemina estaba lista para morir. Todo sea por darle, aunque sea, una pequeña oportunidad de escape a mi hija, pensó. Pero el homúnculo no asestó golpe alguno, sino que le arrancó toda la ropa de un solo manotazo. Yemina quedó completamente desnuda, suspendida en el aire, sostenida por el brazo del monstruo gigantesco. Tamina veía todo con lágrimas en los ojos: el cuerpo blanco de su madre se retorcía intentando escapar de los dedos que la apresaban, y el abundante cabello rojo bailaba de un lado a otro. El homúnculo era un ser gris de más de tres metros. Tenía una figura muy parecida a la de los humanos, salvo por el color de su piel y la cabeza desproporcionada con respecto al cuerpo. Zarandeaba a Yemina de un lado a otro, como si fuera un juguete. En un momento la tiró al aire y volvió a recogerla agarrándola de las piernas. Yemina gritaba histérica, pero se sentía algo aliviada por poder distraerlo un tiempo. Quizá, con algo de suerte, los caballeros del rey llegarían con sus armaduras y espadas para salvarlas. El homúnculo le separó las piernas y descubrió su sexo. Nunca había visto uno, en su raza no existen las hembras, y todas las humanas vírgenes iban directas al agujero sagrado, de donde después, salían los nuevos homúnculos. Así se reproducían. Pero al ver la vagina de Yemina, sintió algo que nunca antes había sentido, algo que era ...
    ... imposible describir con su lenguaje rudimentario. Llevado por la curiosidad metió un dedo en el sexo de Yemina. Tamina observaba impresionada. Nunca había visto a nadie tener relaciones sexuales, y esto era lo más parecido a eso, por lo que en medio de su terror, se sintió fascinada con la escena. Su madre se estremeció cuando fue perforada por ese dedo que era tan grande como cualquier pene humano, su cuerpo se sacudió en el aire y largó un grito que a su hija le sonó muy raro porque era muy diferente a los gritos de dolor y miedo que conocía. El homúnculo, divertido, empezó a meter y sacar el dedo, disfrutando de escuchar como gritaba Yemina cada vez que era penetrada. Entonces sintió algo extraño: la extremidad de su cuerpo que estaba cubierta por el taparrabos, aquel miembro que sólo utilizaba para expulsar el líquido que ingería, comenzaba a endurecerse. También vio cómo crecía su tamaño y ahora parecía una montaña ahí debajo del cuero que lo cubría. Tamina también había notado la erección del homúnculo, y observó, asombrada, cómo aquel monstruo se quitaba la única prenda que lo cubría, y dejaba a la vista el monstruoso miembro grisáceo. Yemina, inmovilizada, vio estupefacta el falo erecto que la esperaba abajo: no era muy grande considerando el enorme tamaño del homúnculo, pero aun así, era más grande que la de cualquier humano, e incluso, mucho más grande que la de esos hombres superdotados de los que hablaban las mujeres en la aldea. En cambio sus testículos sí eran ...
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