1. Mi perrita mestiza


    Fecha: 25/06/2020, Categorías: Zoofilia Tus Relatos Autor: Jim, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    Mi perrita es una mestiza blanca hermosa, pequeña, de pelo corto y con una vagina rosada y cerradita. Yo la veía pasear por la casa y recordaba los relatos y videos de zoofilia que buscaba en internet y que tanto me calentaban. Un día, mis papás y hermanos salieron de la casa y me quedé solo con ella. Encendí la computadora y busqué los videos más calientes de hombres follandose a su mascota. Ya con la verga durísima, la llamé a mi lado y le di a oler mi pene. En seguida comenzó a lamerla como si esperara ese momento tanto como yo. Me daba lenguatazos en la cabecita, mientras yo con los ojos en blanco disfrutaba de su lengua rasposa y húmeda. Aquella primera vez no duró mucho, con tanto placer me vine a los pocos minutos y mi perrita lamió toda mi leche sin parar, hambrienta de mi semen. Esa situación se repitió muchas veces, siempre que nos quedábamos solos comenzaba a mover la colita sabiendo que en cualquier momento le daría a probar mi trozo duro y venoso. Con el tiempo lo hacía cada vez mejor, chupaba el tronco, la cabeza, mis huevos y muchas veces yo me ponía en cuatro para que también me comiera el culo. Que sensación, que placer! "Así chiquita, cometela, sácame la lechita", "Que rica boquita, la chupas como ninguna", "Mis huevos, mis huevos, ...
    ... oh si, que rico", " Te gusta mami? Sigue así, me vengo, tragatelos". Me volvía loco con cada lamida. Después chupó mis pies, mis piernas, mis pezones. Era una experta y sabía hacerme sentir como nadie. El tiempo pasó y yo me divertía mucho con mi perrita. Me había dado orgasmos fantásticos, y pensé que tenía que pagarle de algún modo tanto placer. Un día, después de lamer mi culo por un buen rato le dije "Ahora te voy a complacer yo mami, te voy a comer esa puchita hermosa que tienes", la acomode boca arriba y comencé a frotar con un dedo para después meter mi lengua muy profundo en su rica vagina. Que sabor! Le estuve chupando la concha por mucho tiempo, no podía parar. Le abría los labios y metía mi lengua lo más que podía. Le daba lenguatazos y alternaba metiendo un dedo y tallando por fuera. Me volví adicto a su vagina. A poner mis labios en los suyos. Y eyaculaba en su vulva para después ver cómo ella se comía mi leche directo de su pucha. Aún no he podido cogermela, pero es algo que espero hacer pronto, y contarles. Por el momento, solo queda llamar a mi perrita, porque de solo recordar me entraron una ganas cabronas de sentir su lengua en mi verga, mi culo y mis huevos. Y claro, comerme esa rica vagina rosita y apretadita que tiene mi putita. 
«1»