1. Las aventuras de mi mujer en la cama


    Fecha: 06/12/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Este relato es de una Tijuana, México. Llevaba dos años de casados con una mujer guapa, secretaria, bajita pero con muy buen cuerpo, unas tetas bien paradas, buenas piernas, buenas nalgas, con mucha experiencia en la cama ya que había follado con muchos hombres, incluso después ella misma me contó que varias veces había conseguido trabajo gracias a sus habilidades en la cama. Nuestra situación económica no era muy buena, por ello acepté un trabajo de vendedor y distribuidor que me exigía estar mucho fuera de la casa. En ese tiempo comenzó a estudiar en la universidad, lo que consideré una buena opción para mejorar nuestra situación. De regreso en uno de mis viajes la encontré con el cabello teñido de rubio, lo cual no es raro entre las mujeres de Tijuana, pero me llamó la atención de que estudiara en las noches con sus compañeras, pero lo acepté sin problemas, total era por mejorar. Intrigado de que no se quejaba de la falta de dinero, un día viernes esperé que saliera de la universidad en la noche y la seguí. Grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta que con una compañera de trabajo se dirigió a un conocido table dance de la avenida Revolución en Tijuana. Como mi sorpresa fue grande, fui a un bar cercano a tranquilizarme y a pensar que hacer y como enfrentarla, deje pasar varias horas antes de entrar al lugar, ya que es conocido por las prostitutas y los gays que ahí trabajan. El lugar es oscuro, así que al entrar me costó encontrarla cuando la vi sentada en la piernas de ...
    ... un cliente, casi desnuda, con un minivestido casi transparente, que insinuaba sus tetas y se le translucía una tanga de hilo dental de color blanco, grandes tacones, bien pintada, riéndose y agarrándole el miembro a un hombre; en un momento se levanto el vestido dejando ver al público sus bonitas tetas que las manoseó el cliente, después se arrodilló y comenzó a mamarlo con fuerza y con un buen estilo, tanto que los meseros los mandaran a un privado. Me senté en la parte opuesta, para verla salir desnuda, con esa polla afeitada que yo mismo le había pedido y dirigirse al baño para vestirse, mientras los hombres le tomaban las nalgas y ella les daba manotazos, pero riéndose. Debo reconocer que se me vinieron los nervios, pero también fue una sensación fuerte, contradictoria, ya que por un lado estaba nervioso pero por el otro eso me gustó, es algo que no se puede describir. Antes que volviera del baño yo me fui para gozar de mi emoción y mis contradicciones, reconociendo que me gustó verla de puta, que la manosearan, que a su paso entre los hombres le tomaran las nalgas o le jalaran la tanga, pero al mismo tiempo sentía impotencia y nervios por como la vi y por lo que podía pasarnos, y muchas dudas de cómo la enfrentaría. Cuando regresó a la casa, en la madrugada, observé que sus pezones estaban hinchados, era evidente que estaban muy chupados y manoseados, yo no dije nada pero me fue muy difícil soportar la situación. Al día siguiente, en la tarde, ella volvió a inventar salir ...
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