1. ¡Mi hermana, mi mujer, ufff!


    Fecha: 10/09/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... levantaron y las vimos perderse escalones arriba. Mi madre comenzó a contarme con detalle cómo había pasado el último año mi hermana. Estaba preocupada por ella tras el tormentoso divorcio, por su estado anímico y por sus dificultades económicas. Nada que yo no supiera. Mi madre hablaba y hablaba, yo apenas podía mantener la concentración. De repente olvidé que no había tomado tras la comida la pastilla que el médico me recetó para la acidez. Me incorporé como un resorte. Mamá. Voy a subir un momento a por una pastilla para la digestión. Espero que no estén dormidas o que Gloria no lo haya metido todo en los armarios. Vale, hijo, pero no las despiertes. Subí las escaleras con precaución sin recordar que escalón era el que siempre crujía. El pasillo estaba oscuro pero de nuestra habitación salía un tenue resplandor. La puerta no estaba totalmente cerrada sino entornada, la abrí lentamente para no despertarlas, pero al mirar a la cama me detuve en seco. Allí estaban las dos, profundamente dormidas o al menos eso parecía, pero casi desnudas. Ana se había quitado el sujetador. Gloria como en ella era habitual dormía sin bragas pero llevaba puesto un cómodo sostén bordeado de encaje que recogía de manera perfecta la voluminosidad de sus tetas. Reconozco que me sentí excitado y al instante noté la boca seca. Dudé, pero sólo un momento, cuando quise darme cuenta había traspasado el umbral de la habitación. Estaban muy cerca la una de la otra, casi rozándose. A mí mujer la podía ver ...
    ... de frente, mi hermana, que estaba más cerca de la puerta, me daba la espalda. La curva pronunciada de sus caderas daba claridad a la penumbra de la habitación. Llevaba unas sencillas bragas de algodón rosa con un par de lacitos en la cintura. Se ajustaban bien a su culito generoso y apretaban la parte alta de sus muslos. Había cogido un poco de peso, era casi imperceptible si no la habías observado antes y yo la había observado hasta la saciedad. Su cuerpo no estaba tan modelado como el de Gloria, que a su lado, totalmente depilada con la rajita profundamente marcada en el claroscuro de la habitación parecía una Venus tallada por unas manos de otro mundo. Viéndolas tan juntas se notaba la diferencia. Ana no le dedicaba tanto tiempo al gimnasio o quizás no le dedicaba nada pero su cuerpo seguía verdaderamente hermoso, con una morbidez cálida, exuberante, natural. Como un autómata inconsciente seguí avanzando hacia el centro de la habitación. No sabía con certeza si mi hermana estaba dormida aunque me parecía escuchar la respiración acompasada de las dos. Rodeé la estancia hasta tener a mi hermana de frente. Efectivamente estaba dormida. El pelo recogido en una coleta le daba un aire de niña. Sus senos eran menos voluminosos que los de mi mujer pero extraordinariamente excitantes, las areolas enormes, le cubrían casi medio pecho y en el centro se dibujaban unos pezones gruesos y arrogantes. Las tetas le subían y bajaban rítmicamente y en ese ritmo obsesivo me sumergí perdiendo ...
«12...456...37»