1. La madre de mi mejor amigo III Final


    Fecha: 24/12/2017, Categorías: Hetero Autor: Xander_racer2014, Fuente: SexoSinTabues

    ... cabeza de repente sentí que odiaba a Fernando, el hijo de puta que se permitía llamar puta a mi madre mientras se la follaba. Sintiendo ese odio recorrer mi cuerpo me moví ligeramente y mi mirada se cruzó con la de mi madre. No pude interpretar lo que su mirada me dijo, pero si se que mi odio hacia Fernando aumentó. Deseé verle muerto o si hacía falta matarle yo. Cuando mi madre notó que llegaba su clímax se agarró a la espalda de mi amigo y lo atrajo contra ella mientras le pedía que parara que ya no necesitaba más. Fue un polvo en el que prácticamente no cruzaron palabra, ni gemidos ni nada, como dos extraños que lo único que comparten es sexo. El sentimiento de odio africano que me invadió mientras mi verga amenazaba con explotar no remitió cuando acabaron de follar, todo lo contrario, a partir de ese momento mi furia fue en aumento hasta obsesionarme pensando en el hijo de mil putas de mi amigo. Mezclado con ese sentimiento apareció otro, porque ese canalla que maltrataba verbalmente a mi madre se la follaba, estando yo seguro de que yo lo haría mucho mejor, con más cariño y con una herramienta que no tenía comparación. Me volví hacia donde descansaba Amparo, ya estaba despierta. Muy bajito me dijo: No les prestes atención, esto es cosa de mi hijo, están follando para que nosotros le veamos. En la cabecita de mi hijo estará la idea de: fijaros como follo, tomad nota de lo macho que soy. A mi me tienes satisfecha y no necesito que nos pongamos a follar delante de nadie, ya ...
    ... iremos a casa a nuestra cama. No sucedió nada más que amerite contarlo. Fernando siguió aprovechando que, por primera vez en su vida tenía una mujer a su alcance y no dejó de toquetear aquí y allá, a lo que más tiempo dedicó fue a comerse las tetas de mi madre. Me puso enfermo, esas tetas son mías, son de mi madre y por lo tanto mías, hijo de puta. No me pareció que mi madre recibiera las caricias de Fernando con mucho entusiasmo. Los dos o tres días siguientes sucedieron dentro de una rutina, Amparo y yo follando como conejos pero en la intimidad de nuestra habitación, en cambio Fernando y mi madre no pasaron un día sin echar un polvo en nuestra presencia. Yo seguía por un lado encantado de que Amparo estuviera siempre dispuesta a darme placer tanto como yo a ella. Para un muchacho de dieciocho años el poder compartir cama con un hembrón como para mi era Amparo colmaba todas mis expectativas. Yo follando cada día estaba feliz como una perdiz, salvo los momentos en los que Fernando montaba a mi madre y sin ningún recato la llamaba puta. Ni que decir tiene que mi odio había ido creciendo exponencialmente hasta el punto de ya no soportar cosas que unas semanas atrás me hacían gracia. Como consecuencia él y yo apenas cruzamos palabra en esos días. Habrían pasado tres o cuatro días cuando Amparo no dijo: Se me había olvidado completamente, Fernando tiene cita con el ortodontista y ya está pagada, mañana nos vamos a Madrid. Saldremos temprano para poder volver en el día. Mi madre ...
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