1. El piano


    Fecha: 24/12/2017, Categorías: Sexo Duro Autor: eltiotino, Fuente: xHamster

    Pasé por delante de la tienda y lo vi. Era un piano de pared precioso. Y tenía pinta de antiguo. Me dio un pronto y entré a preguntar el precio. Yo había tocado de joven y siempre había querido tener uno de verdad, no de esos electrónicos. La cuestión es que me iban bien las cosas. Tenía una empresa con futuro, y lo que es más, con presente, que daba trabajo a bastante gente. El precio del instrumento no era nada caro. El dueño de la tienda me dijo que había pasado por muchas manos y que era uno de los pocos instrumentos con "nombre". Se llamaba, "la Perdición del Emperador". ¿Qué emperador, Napoleón, el Kaiser, el Emperador de los Mares del Sur?. Curioso. Lo primero que pensé es que era una buena técnica de marketing para vender sus mercancías. En fin, lo compré sin miramientos. El viernes me lo llevarían a casa. Lo trajeron puntuales. Yo estaba impaciente. Mi mujer andaba con sus cosas por la casa, que como no tenemos hijos suele estar bastante silenciosa. Cuando se marcharon los de la mudanza, comprobé que no había perdido la afinación. Buenos muchachos, lo habían tratado correctamente. Empecé a tocar una melodía popular fácil para desentumecer mis dedos. Al poco llegó mi mujer. Se puso detrás de mi a observarme. De pronto, acercó su boca a mi oreja y se puso a morderme el lóbulo, a besarme en el cuello y a meter su lengua por mi oído. Después de la sorpresa noté como me estaba empalmando seriamente. Yo continuaba tocando y ella continuaba masajeándome los pezones. ...
    ... Cuando ya tuvo bastante, se separó y se puso frente a mi, puso su pie encima de una silla cercana y se subió la falda hasta la cintura. Deslizó sus dedos entre sus braguitas y empezó a masturbarse mientras gemía quedamente. Cuando ya estaba muy excitada, se bajó las bragas hasta las rodillas y se abrió los labios para enseñarme el coño en todo su esplendor. Desde luego, ésta no era una conducta muy propia de ella. Introdujo primero un dedo y después otro y siguió masturbándose ahora con furia y gimiendo, gritando cada vez más alto. La presión que hacía mi polla sobre mis pantalones me estaba empezando a doler, pero yo seguía tocando hipnotizado. De pronto se abalanzó sobre mi y caímos al suelo desde la banqueta. Me arrancó la ropa y se puso encima de mi. Yo no podía aguantar más y ella se metió mi polla dentro. Se puso a cabalgar sobre mi con tal furia que yo ya no era capaz de pensar, sólo quería follarla. Sus pechos subían y bajaban delante de mi cara y yo sudaba copiosamnete, hasta que al final me corrí dentro de ella. Mis aullidos debieron competir con los suyos en el momento del orgasmo. Nos quedamos en el suelo abrazados intentando recuperar el aliento. Así pasó un rato, luego nos recompusimos y la cosa quedó ahí. Ya he dicho que este comportamiento no era propio de mi mujer. Llevábamos diecisiete años juntos y el sexo siempre había sido muy bueno con ella. Nos gustaba jugar y echarle imaginación para no ser rutinarios. Además nunca se había cortado con ninguna de mis ...
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