1. El juego de los dioses


    Fecha: 25/12/2017, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    La tarde del domingo transcurría breve y silenciosa en el invierno. Otro día más otro día que se iba en su vida, sola y frágil, paseándose por el ancho parque, sin amigos y sin nadie a quién amar, suspirando, y viendo a las parejas de enamorados susurrándose historias de amor y de deseo a los oídos. Y aunque su trabajo como bibliotecaria le había hecho conocer a mucha gente, no había entablado mayor relación que el mero hecho de encontrar su libro determinado. Aquel lunes por la tarde Celia pasaba sus horas de trabajo en pleno silencio al abrigo de un libro de poesía: "Suave era el murmullo de aquel amanecer,en el que recordaba tiempo pasados,donde hacíamos el amor,como hiedra, entrelazadasy tal había sido nuestro querer,que contigo quería otra vez volver." Solo el ruido de unas pisadas hizo que levantara la cabeza. La vio a lo lejos del pasillo, alta, con larga melena que flotaba en el aire, acercándose hasta ella como si de un expreso se tratará. Caminaba como no importándole el ruido, sin miedo, segura de si misma, e indiferente a la gente. -Busco un libro- dijo ella. Celia todavía estaba abstraída viéndole venir, así que ella volvió a repetir. -Digo que busco un libro. -¿Si?- titubeó - dígame su titulo. -"El juego de los Dioses" de un tal Devilla. - Espere. Dio la vuelta hasta su ordenador, y empezó a buscar, no lo había oído nunca ,ni como literatura clásica, ni moderna e incluso no le sonaba en las recientes adquisiciones de la biblioteca .Pero allí apareció, a la ...
    ... primera, en la letra "D". Le extrañó muchísimo, creía conocer todos los libros y autores y se jactaba de saber su situación en la biblioteca. -Por favor - dijo ella - puede acompañarme. Levantándose se dirigió hasta donde se situaba el libro. Esta es un sexto estante, así que descubrió que con su estatura no lo alcanzaría. -Permítame - susurró ella. Se acerco hasta el estante y cogiendo el libro, se lo entregó a ella. Sus manos apenas se rozaron, pero ella las notó frías como el hielo. Sus miradas se cruzaron y ella sintió como un aguijón se clavara en lo más profundo de su ser y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Aquella noche Celia tuvo miedo. Era una sensación que no experimentaba hace mucho tiempo, tal vez por que el paso de los años acabas no creyendo en los cuentos para niños. Así que se acomodó en su cama y se durmió, sólo que aquella medianoche se despertó. Ese frío otra vez, ya no era sólo en sus manos, sino en todo su ser. Estaba allí, la sentía, casi la podía oír respirar. Fue cuando entre la penumbra de la noche la vio salir. Sintió como el corazón se le escapaba del pecho. - Chsst, - dijo ella - no tengas miedo. - ¿Quién es usted? - dijo Celia llena de miedo. - Soy la respuesta a todas tus plegarias, a tus deseos más profundos. Como el vino da sabor a las comidas yo le voy a dar sabor a tu vida. Se acercó hasta su cama. Celia estaba sentada encima de ella. Pasó suavemente el dorso de su mano por su mejilla. Esta vez el frío se había convertido en calor, dulcemente ...
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