1. Las memorias de un feto


    Fecha: 11/09/2017, Categorías: Fetichismo Autor: Susyalfi, Fuente: SexoSinTabues

    La categoria no coincide con este cuento, pero no halle otra mas adecuada Un feto cuenta su historia en el vientre de su madre. Emulando a obras como “Confesiones de una vagina” y “Monólogos del pene”, dos obras muy difundidas de Pablo Misacantano, también a “Confesiones de un espermatozoide” de Jorge Masarenna y Daniel Samper Pizon; es que ya bebé me he decidido a difundir “Las memorias de un feto”. Obra cumbre de mi autoría. Todavía muy joven ya he tenido muchos nombres, el primero “gameto masculino”, que en un plazo de no menos de cien días paso a ser “espermatozoide” con la adición de liquido seminal me transformo en “semen”, con este nuevo nombre sin perder mi identidad de espermatozoide mi padre mediante su pene en un gratificante polvo me eyecta con fuerza dentro de la vagina de mi madre que me recibe alborozada con uno bello orgasmo. No estaba solo éramos varios miles que pugnábamos por meternos en un ovulo que estaba oculto en su trompa de Falopio, de tantos solo dos pudimos ingresar en ese bello ovulo, el que nos recibió con el gozo de un nuevo coito microscópico. Juntos ya evolucionamos y nos llamaron “cigoto”, un nombre bastante feo pero no lo elegimos nosotros, luego de varios días, debieron recapacitar de tan feo nombre que nos bautizaron como “embrión”, en ese momento nos instalamos en un cuarto grande y acogedor que llaman útero; como ya dije, éramos dos los que nos metimos al mismo ovulo, por lo que fuimos mellizos de por vida. Luego de ocho semanas con ese ...
    ... último apelativo, pasamos a ser “feto”, hasta ese momento solo un análisis de ADN hubiese indicado nuestro sexo, los que nos espiaban por ultrasonido no estaban enterados, nosotros tampoco. Recién a la semana quince, unos tres meses, los espías, observaron mi pito y la ausencia de él en mi compañero de cuarto. Allí comprendimos que yo seria varón y mi compañerito de habitación, nena. Según las costumbres de la época seria mi hermanita melliza. La vida en común, era placentera, pero exenta de algunas tribulaciones, al principio los ruidos eran tremendos, los latidos del corazón y los gruñidos de las tripas de mama eran un infierno, pero de tan repetidos fuimos de a poco acostumbrándonos a ellos y llegamos a ignorarlos, lo que no era fácil de ignorar eran otros más intensos, ocurre que vecino a nuestro cuarto pasa un túnel donde por lo menos a diario pasan cosas que terminan saliendo por el ano de mama, y más seguido por el mismo túnel vientos atronadores que también los expulsa, ambos con feo olor. El recinto donde moramos, tiene una sola ventilación la que permanece casi siempre con una abertura media pero que con frecuencia se abre y contiene solo dos cortinados más oscuros que el rojo brilloso del ambiente, su sacudida es bastante molesta. Con frecuencia una cascada se deja ver pasar entre ellas y luego cuando cesa el chorro caen algunas gotas que mama seca con un papel fino, y luego el atronador sonido de otra gran cascada que al tiempo me entere era la descarga del wáter, ...
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