1. Sexo anal con mi vecina divorciada


    Fecha: 27/12/2017, Categorías: Hetero Anal Autor: Dorsai, Fuente: CuentoRelatos

    ... sorprendida y pude ver como una gota de saliva caía de sus comisuras. - ¡Que rica pinga te tenías guardada pendejo! , es la más gruesa que he visto. - Chupala – le ordené. Marlene se arrodillo delante de mi y empezó a lamerme las bolas. Tuve que detenerme de una de las paredes. La mamada que me estaba haciendo era increíble. Se metía las bolas en la boca mientras una de sus manos acariciaba mis piernas y la otra apretaba mis nalgas. Mis huevos estaban llenos de su saliva. Su lengua recorrió todo el tronco de mi verga dura, siguiendo las sinuosidades de mis venas. Llegó al glande y le dio un besito. La punta de su lengua jugó con el agujero de mi pene. Abrió la boca y sólo se metió la cabeza en ella. Su lengua jugó con maestría. Succionaba y me acariciaba al mismo tiempo. La tomé del cabello y con firmeza la puse de pie. - ¡Para carajo que me voy a venir! - le dije, mientras sentía como mi verga pulsaba. Unos segundos más y me hubiera vaciado en su boca. - ¡Cachame! - su voz era una mezcla de lujuria, desesperación y ruego. No tengo idea de como sonreí, pero vi como se transformó su rostro iluminándose. Le di la vuelta apoyándola en la mesa, levanté el vestido enrollándolo en su cintura y bajé con brusquedad sus calzones. Su hermoso culo estaba frente a mi. Lo acaricié con la yema de los dedos. Podía ver como su piel se erizaba. Lamí sus nalgas saboreando su piel. Con ambas manos las abrí y pasé mi lengua por su ano. - ¡Sigue conchatumadre! – dijo con voz temblorosa – ...
    ... ¡que rica lengua!. Jugué con su ano, lamiéndolo a mi gusto, acariciándolo con uno de mis dedos y forzándolo suavemente. Cuando consideré que estaba lo suficientemente dilatado, puse la punta de mi verga en la entrada y presioné lentamente. Marlene gimió de placer cuando sintió como la penetraba. Aproveché su cuerpo arqueado para bajare el vestido y dejar sus tetas al aire. Lentamente empecé a introducir mi verga en su estrecho ano. La tenía de las caderas, sus talones golpeaban mis nalgas, sus suspiros se mezclaban con mis gemidos. - ¡Puta que rico me rompes! - decía a cada embestida mía. - Sigue conchatumadre, sigue así. Quería reventarla, metérsela hasta el fondo con salvajismo. Pero trataba de controlarme, quería disfrutar cada centímetro de ella. Cuando mis bolas chocaron con su carne le mordí el cuello. Pude sentir las contracciones de su primer orgasmo mientras gemía escandalosamente. Su ano empezó a pulsar con fuerza. Perdí el control y empecé a clavarla desesperadamente sabiendo que me iba e venir en poco tiempo. - ¡Me vengo mierda! - le susurré al oído. - ¡Lléname de leche, dame tu leche! Cuatro potentes chorros de semen inundaron su ano. Un segundo orgasmo la atravesó dejándola desparramada sobre la mesa. Salí de ella con cuidado. Ambos estábamos sudando y agitados. Marlene se giró y me sonrió satisfecha. - Que rico polvo – dijo – hace tiempo que no sentía uno así de bueno. Ahí estábamos, dos personas de 45 años, desnudos luego de un buen polvo, conversando como si ...