1. Me toco toda cuando escribo


    Fecha: 02/01/2018, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Digamos que mi nombre es Ambar, y que nada tiene un lugar mejor en mi mente como el sexo. Tengo 24 años, soy re calentona, viciosa de los videos de chicas con pijas en la boca, fanática de las pelis eróticas y muy voyeurista. Me encanta mirar a través de las puertas a medio cerrar para ver quién se está cambiando luego de alguna ducha! Respecto de mi pasión como escritora, les cuento que muchas de las vivencias que les confío son reales. Claro que todas están bajo el anonimato que me reservo. Pero no puedo dejar de decirles que me masturbo mucho mientras redacto, imagino, idealizo y corrijo. Estoy casada con un hombre de 26 años que es ciego, y le encanta escribir, tanto como que yo le lea lo que ustedes escriben. Es tan pajero como yo, le fascinan las tetas contra su hermosa pija y es muy apasionado a la hora de darme lo que necesito. Pero también me gusta verlo pajearse. Nada me excita tanto como descubrir que en ocasiones amanece todo acabado a causa de algún sueño chancho. Por lo general me los cuenta, y jamás podría ponerme celosa de ello. Me gusta que sueñe que otra guacha le chupa la pija, que alguna de sus alumnas le hace tocar sus tetas o le cuenta que hoy vino a su clase sin bombachita. Él es profe de música, y da clases particulares en casa de teclado y percusión. Les cuento que me encanta ponerle bombachitas y que camine por la casa con su pija a punto de reventar, hasta que mi morbo no lo permite y me arrodillo ante su necesidad para tomarme su lechita en una ...
    ... mamada que, les prometo que volvería locos a más de uno. A él le encanta que le tire mi aliento en la cara una vez que ya me la tragué toda. Pero cuando escribo, me transformo, me lleno de cosquillitas como cuando era una nena y me relajo al punto tal que, les juro que he tenido orgasmos sin tener que tocarme. Por lo general, los escribo en la cama. Me saco toda la ropa, tomo mi cuaderno de tapas negras y suelto mis ganas de hacer realidad algunas de mis historias, o reparo todo aquello que me contaron, lo que viví y lo que soñé. Algunas de esas veces hasta me visto como los personajes de mis relatos. Pero casi siempre, mientras escribo, repaso y releo, me toco toda. Recorro mis tetas, a veces con alguna crema de leche encima, me lamo los dedos, me los muerdo, los lleno con mi saliva impertinente y con ellos me coloreo el resto del cuerpo. En oportunidades, tengo que interrumpir la escritura para tocarme la vagina, presionar mi clítoris, regalarme un orgasmo brutal y, entonces, más relajada prosigo reconstruyendo lo que por momentos es un cúmulo de tachaduras, borrones y frases desarmadas. Debo confesar que mis favoritos son los relatos de ciegos, los de lesbianas y los de incesto. Tengo un especial cariño por los fetichistas, porque yo también lo soy, y también me vuelven loca los de orgías, en esas en las que todo vale. Tal vez mi personaje preferida sea Ayelén, una cieguita chancha, prostituta y dispuesta a crecer que, es la elegida de Javier, o el Lechu. Pero, Fabiana, es ...
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