1. Mi suegro me hizo su esclava (IV)


    Fecha: 06/01/2018, Categorías: Dominación Incesto Autor: noeliamarrana, Fuente: CuentoRelatos

    ... iba a gustar que el infeliz de mi suegro se estuviera aprovechando de mí de esa forma, que me hubiera violado en repetidas ocasiones y que la realidad era que me obligaba a coger con él? Sacudí la cabeza tratando de aclarar mis ideas. Salí del baño, Don José no estaba ya en la habitación; salí de la recámara y al llegar a la sala lo vi sentado en el sofá, tomando un café; cuando me vio, lanzó un silbido y me dijo: “¡Vaya que estas buenísima puta, ese bikini resalta tus formas; que tetas, que nalgas, que piernas!” Sintiéndome humillada nuevamente solo atiné a decirle: “¿Qué quiere desayunar?”, a lo que él me contestó: “¡quisiera desayunarte a ti puta; pero ya tengo hambre, así que prepárame unos huevos con jamón, pero apúrate!” Me alejé caminando hacia la cocina y escuché el clic de una cámara, al voltear vi que el viejo me tomaba fotos con su cámara digital; apuré el paso para impedir que siguiera haciéndolo. Preparé el desayuno para los dos y fui al comedor; él ya se había puesto una camisa y un pantalón y se había sentado a la mesa. Cuando coloqué los dos platos me dijo: “espera, no dije que prepararas TU desayuno, te dije prepara MI desayuno”; yo apenas dije: “pero…” y él me interrumpió: “nada, nada putita, tú vas a ganarte el alimento” y diciendo eso, de un manotazo tiró el plato que yo había preparado para mí y me ordenó: “¡límpialo!” Me quedé parada por unos segundos sin saber qué hacer, me dieron ganas de romperle la jarra del café caliente en la cara, pero me contuve ...
    ... y mientras desayunaba, con un bocado en la boca me ordenó de nuevo: “¡Que lo limpies te digo!”. Tragándome mi coraje y mi orgullo, fui a la cocina por lo necesario para limpiar el regadero, pero al regresar mi suegro, que ya casi acaba su desayuno me dijo: “no, ya lo pensé bien putita, no quiero que lo limpies; quiero que te lo comas como la perra que eres”. Me quedé estupefacta, sin saber qué hacer ni que decir; sentí que la humillación ya sobrepasaba los límites y aventando los enseres de limpieza, me atreví a decirle: “¡no, basta, no me humillaré más; ahora mismo me largo!”, me di la vuelta y caminé hacia mi recámara; pero apenas había dado unos pasos cuando sentí un tirón de cabello que me hizo caer al piso; me arrastró hasta donde estaba la comida regada por el piso y me empujó la cara contra ella diciéndome: “¡maldita puta estúpida! ¿Cuándo vas a entender que soy tu dueño hasta el fin de tus días y que tienes que hacer lo que te diga quieras o no? ¡Trágatelo todo maldita perra o lo que has sufrido antes será como un paseo comparado con lo que te haré!”. Me di cuenta que de nuevo lo había hecho enojar y que el viejo sería capaz de todo, así que, obligada por él y tratando de evitar más violencia dije: “¡está bien, está bien; lo haré!”, tuve que abrir la boca y empezar a comer del piso mientras él me decía: “¡no te olvides de llamarme señor, perra estúpida!”; “sí, sí señor, sí señor, lo que usted diga señor”, respondí tratando de no hacerlo enojar más. Mientras estaba con ...
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