1. CARICIAS PROHIBIDAS


    Fecha: 09/01/2018, Categorías: Sexo Duro Masturbación Autor: MelkartXXI, Fuente: xHamster

    ... aturdimiento acabé comprendiendo que una mano acaricia suavemente mi pene, que no había tenido la decencia de esperar a que me despertase para ponerse erecto. La respiración de mi compañera me hizo comprender que estaba despierta y que era la culpable de aquel juego bajo las mantas. Dos de sus dedos se movían con absoluta precisión, acariciando con movimientos cortos y rápidos mi entrepierna. La sensación era simplemente gloriosa, y pronto comprendí que la facilidad con la que acariciaba mi piel se debía a que cada poco se pasaba los dedos por la lengua, usando su propia saliva para deslizarlos sin resistencia.Intenté besarla, pero al moverme me detuvo con la mano, y acercándose a mi oído me susurró: “No te mueves. No, no digas nada...” y a continuación, añadió en un tono aún más bajo “Déjame a mí”. Y la dejé. Sus dos dedos siguieron deslizándose por mi pene y me hicieron sentir cosas que no sabía que uno podía experimentar. Era como si una descarga eléctrica recorriera mi ser, y aunque todo mi cuerpo pedía a gritos que agitase mi pene a más velocidad, me resultaba totalmente imposible, ya que no era yo quien controlaba lo que estaba ...
    ... pasando.Intenté dejar mi cuerpo quieto, relajado, pero no era posible. “Shhh,” me susurró nuevamente al oído, muy flojito. Mis manos se aferraron al colchón y mis piernas se estiraron al máximo, pero era imposible, y ella tuvo que darse cuenta, porque antes de que se me escapase el más mínimo ruidito por entre los labios me puso su otra mano en la boca y a presionó muy fuerte. Sus dedos seguían deslizándose, con su lengua dándoles algo más de saliva de vez en cuando, y mis ojos se fijaron en los suyos. Ella manejaba la situación y yo me sentía totalmente perdido, sin saber que hacer, así que simplemente me dejé llevar por aquel goce. No pude evitar correrme a la par que pensaba “Hazme lo que quieras”.Retiró la mano de mi entrepierna y volvió a lamerse los dedos. La idea de que tuviesen algo de mi esperma me hizo estremecerme, aunque realmente estaba muy oscuro y tan solo podía ver su figura. Volvió a apretarse contra mí y, sorprendentemente, antes de que me diese cuenta ya se había quedado dormida. Yo no pude pegar ojo en lo que quedaba de noche, así que acabé saliendo pronto del colchón para ducharme y borrar toda prueba del “delito”. 
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