1. La madre de mi esposa, nuestra maestra sexual


    Fecha: 12/01/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... piernas de mi suegra y volví a las de mi mujer a aplicar lo aprendido con su madre. La respuesta de placer fue instantánea, dando gemidos muy altos y expresiones de completo goce. Mi suegra sonreía mientras contemplaba la escena. Noté el movimiento de la señora hacia mi pene y cuando la calidez de su boca lo envolvió placenteramente. Mi esposa se levantó y acompañó a su madre a comerme la polla. Era realmente hermoso contemplar a la madre y a la hija trabajando en equipo dar placer, usando sus bocas y lenguas envolvían toda mi verga, chocando en muchas ocasiones. Estuvimos así por varios minutos, deseando que ese momento no terminara jamás. Me incorporé al mismo tiempo que ellas y las besé apasionadamente mientras mis manos tocaban los contornos de sus hermosos culos. Mi mujer besaba tiernamente a diferencia de su madre, quien usaba mucho la lengua. No has dejado de verme los senos desde que me quité el sostén – observó mi suegra con una sonrisa pícara en el rostro. - ¿Por qué no bajas un rato a nuestras tetas? Así que sus palabras fueron órdenes para mí y les lamí todos los pechos. Cuatro hermosas tetas frente a mi rostro colgaban y brillaban llenas de mi saliva. Pasaba de las tetas firmes de mi mujer a las enormes tetas de mi suegra, con pezones color café. Mientras mi lengua recorría sus hermosas figuras, mis manos jugaban con las selvas peludas que tenían en la vagina. Ambos coños estaban muy mojados y el clítoris de las mujeres asomaba muy duro. Al levantar mi rostro, ...
    ... mi suegra tomo a mi esposa de la mano y la llevó al borde de la cama. De espaldas a mí, le ayudó a inclinarse y dejar su bello ano color rosa expuesto. La madura hizo lo mismo y con ambas manos abrió sus nalgas. Pude entonces contemplar el otro culo bien abierto, con pocos vellos negros alrededor de ese ano que tanto morbo me daba. Con movimientos de cadera, las dos mujeres meneaban sus traseros ante mi rostro. Definitivamente quería follar esos bellos culos, pero primero debía meterles el dedo. Así lo hice Coloqué mis dedos medios en sus bocas para lubricarlos y lentamente los metí justo en sus traseros. Suavemente sentía mis dos dedos entrando en una zona ardiente y apretada. Sacaba un dedo de una mientras que el de la otra mano entraba, y viceversa. Al terminar de jugar, decidí explorar esas zonas prohibidas. Fui al ya conocido ano de mi mujer y enterré mi cara entre sus bellas nalgas pálidas. Mi lengua exploró cada pliegue anal que tenía y bailaba de arriba abajo haciendo sonidos que me parecían excitantes. Olía a sexo del bueno, siempre había sido muy higiénica. Por momentos bajaba a lamer la concha tan mojada que mi mujer tenía. Cuando estuve ebrio de lamerle la cola, pasé al culo enorme que tenía a mi derecha. Las nalgas de mi suegra no eran tan firmes como las de mi mujer, pero sus anchas caderas incitaban a darle excitantes nalgadas. El impulso fue poderoso y me arrojé directamente a lamer ese hueco que todos los hombres del mundo disfrutan penetrar. El sabor era ...
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