1. Heil mama (Cap. 5)


    Fecha: 22/01/2018, Categorías: Incesto Sexo con Maduras Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... sabes cómo es cuando se le mete algo en la cabeza. Dice que con la bata parezco una vieja. —¿Y qué más da lo que diga? En tu casa puedes ir como te dé la gana —afirmé, esforzándome por mirarla a la cara. Al menos no iba maquillada. Su adorable cara de querubín estaba limpia y sus labios lucían su natural color rosado. Su moño rubio también era el de siempre. Esta vez solo había dejado fuera un fino mechón, un poco rizado, que le caía por la sien derecha. —Ya... bueno. Da igual, cielo. La verdad es que esto es bastante cómodo y fresco. Además, ¿quién me va a ver aquí en casa? —dijo ella, y se giró de nuevo hacia los fogones, dando el tema por zanjado. Me serví un café y me senté a la mesa de la cocina. Aquello me ponía de los nervios. Antes de que su hermana viniese a vivir a casa, ni se le habría ocurrido estar tan “cómoda y fresca”. Como ya había temido, la influencia de Merche no era buena. Pero no me atrevía a ordenarle que se tapase. Ponerme en plan marido celoso sería raro incluso para mí, y podría llevar nuestra relación por derroteros peligrosos en los que un descuido podría poner en evidencia mis inapropiados deseos. ¿Que quién iba a verla aquí en casa? Yo la estaba viendo, ni más ni menos, un maníaco sexual de 19 años que abusaba de inmigrantes indefensas. No podía apartar la vista de sus piernas, blancas y un poco regordetas, las pantorrillas robustas pero de líneas suaves sobre los finos tobillos, los muslos inmaculados cuya palidez contrastaba con los colores ...
    ... intensos del vestido, subiendo hasta las anchas caderas, las carnosas nalgas que temblaban ligeramente cuando removía la bechamel con energía. Su cuerpo era tan sabroso como sus croquetas, y yo tenía hambre de ambas cosas. Me obligué a pensar en otra cosa. Intenté que mi tía Merche la sustituyese en mi cabeza, imaginé su cuerpo desnudo y sudoroso rodeado por las vergas de mis amigos, sus gemidos cerca de mi oreja cuando la había penetrado. Pero esa vez no funcionó. Mi madre estaba a apenas dos metros de mí, de mi polla erecta que palpitaba dentro del pijama, y solo podía pensar en levantarme de la silla y apretar mi entrepierna contra su culo. Quizá el hecho de haber consumado el incesto con Merche le había restado valor como protagonista de mis fantasías. Quizá el incesto era como la droga, mi tía había sido como un porro y ahora quería probar algo más fuerte. Con la sangre golpeándome las sienes, de nuevo confuso y agobiado, me fui al salón antes de perder el control y hacer algo que mamá no me perdonaría jamás. Me senté en el sofá y encendí la tele. Estaban poniendo un capítulo de El Príncipe de Bel-Air. No me gustaban las series de negros, pero aquella la miraba de vez en cuando, sobre todo por lo follables que estaban la prima Hilary y la tía Vivian. Metí la mano bajo el pijama y comencé a cascármela. Si mi madre salía de la cocina el sonido de sus nuevas chanclas me alertaría, y si mi tía salía de su habitación me importaba un carajo que me pillase tocándome, así que no ...
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