1. Historias de Ariki (Continuación de Rapanui)


    Fecha: 27/01/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... exclamaciones: ¡Ko te nene! ( ¡Qué rico!) ¡Ko te ure nene! Yo me concentré en sentir cómo su vagina se estrechaba y se abría alrededor de mi ure y me lo amasaba con destreza y lascivia...De pronto, se desmontó y se puso en cuatro arrastrándome hacia ella ofreciéndome el kaúha (culo): ese agujero enteramente mojado con los fluidos de su vagina. Besé la entrada del apetitoso bocado, al tocarlo con la lengua se abrió como una flor. La sentí dispuesta y lista. Introduje el pene en esa deliciosa abertura y después de bregar un momento tratando de retener el semen que se me venía como una avalancha... No pude más y abrí la llave por la que se me escapaba la vida... Celia me recibió con bramidos, rugidos de hembra habituada a expresar todo su potencial emotivo sin refrenarse como la mujer occidental... Eso era lo que más apreciaba en la mujer polinésica: su candorosa lascivia, su lujuriosa ingenuidad. Coger para ella es algo natural y hecho para la plena realización de la persona... Por la noche, y después de la rutina diaria de la comida, Tarita debía cumplir algunas obligaciones sociales con su familia, así que quedé de nuevo solo con Celia... Pero esta vez me correspondía a mí sorprenderla con las delicias del conti (así llaman los rapanui al Chile continental). Salimos en el automóvil a recorrer el Santiago veraniego. Luego y para sorpresa de Celia, nos introdujimos en el acceso de un ...
    ... conocido hotel, de moda en ese tiempo, el Hotel "Valdivia"... Para los hipócritas santiaguinos el sexo se disfruta en compañía de amantes y en moteles, jamás con la pareja propia... La habitación, regiamente decorada, tenía una pequeña alberca en que el agua vertía por varios lugares dándole el aspecto de pequeñas cascadas que fascinaron a Celia. El calor reinante la hizo zambullirse en la laguna artificial que le recordaba su Isla natal. Allí la cogí varias veces. Su boca hizo empalmarse mi pene cada vez que, producto del esfuerzo, bajaba su rigidez. Me hizo acabar en sus tetas, en su boca, en su ombligo. En fin, cuando llegué a casa, Tarita me esperaba viendo televisión. No había reproche en su mirada, así que le conté sin tapujos lo ocurrido ese día con nuestra huésped. Sonrió y con guiño picaresco, me dijo que ahora era su turno. Yo intenté aproximarme, pero me rechazó cariñosamente: "Contigo no, tontito. Descansa". Y se dirigió a la recámara de Celia. Me quedé dormido casi en el acto, extenuado... Los quejidos de la habitación contigua me despertaron a altas horas de la madrugada. No pude dejar de asistir al espectáculo: el albo cuerpo de Tarita entrelazado con el moreno cuerpo de Celia. Llevaban horas de actividad lésbica... Excitado me fui al lecho conyugal, sonriendo, entusiasmado con los buenos momentos que vendrían en el futuro...O por lo menos, eso era lo que creía en ese momento... 
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