1. Carter, el lavautos de Santiago (1)


    Fecha: 28/01/2018, Categorías: Gays Primera Vez Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos

    ... levanté la camiseta y pude ver un par de cicatrices en la espalda, me imagino que recuerdo de antiguas peleas. Lamía y apretaba, acariciaba y sentía que a Carter le estaba gustando. Apagué el televisor, la lámpara y me lo llevo caminando a la habitación. Está fría y lo siento en la cama mientras él se acomodaba para verme mamarle la pinga. Metí mi cara completa entre sus huevotes, que rico ese olor a verga, con una mano le halaba las pelotas suavecito, con la otra le acariciaba el monte de pelos largos y negros, y con la lengua y la boca le acariciaba la pingona, mojándosela mientras él se quedaba calladito, sin mencionar ni una sola palabra, con una cara de arrechura que de por si valía la pena todo el esfuerzo. Ese huevo estaba duro, durísimo. De hecho, parecía que le dolía. Yo creo que, entre el guaro, la coca y el morbo de estar con un hombre él no sabía lo que estaba pasando aparte de que estaba gozando como bestia. Su pinga era curva y cabezona, con un huequito más claro que el resto. Nos metimos entre las sábanas, tocándonos y él se dejaba sobar todo, sus nalgas afiladas y largas, sus piernas duras, me pasaba las uñas por la espalda y por mis nalgas, apretándolas y sobándolas. Me comenzó a morder las tetillas y a succionarlas duro, con un poco de violencia que me dolían pero que chucha, estaba pasándola tan rico que no me importaba que me fuera dejando marcas en el pecho y en la espalda. Al rato de estar con esta sobadera y arrope ...
    ... violento me agarró por el cabello y me empujó la verga hasta el fondo de la garganta. Se le salió un suspiro y comenzó a culearme con ganas, sosteniéndome la cabeza mientras su tuco me entraba y salía de la garganta muy muy lentamente, casi como si quisiera que se le saliera la leche sola. La pinga se la llené de saliva, baba resbalosa y cada vez más espesa, casi un gel. Mientras tanto le iba sobando las nalgas y comencé a pasarle suavemente un dedo alrededor del culo, velludo también. Cuando comencé a cerrar más mis dedos, la saliva que le resbalaba por los huevos humedeció su huequito y le metí la punta de un dedo. Que vaina, eso fue como si hubiera apretado un botón, la leche comenzó a inundarme la boca como un chorro interminable. Caliente y espesa, se me comenzó a derramar de la cantidad que botaba. Yo me había estado aguantando la venida y como estaba tan concentrado en la mamada dejé mi paja a medio terminar. Wao, ese peladito estaba tan arrecho que casi llora cuando se vino. Se quedó acostado mirando el techo, el pecho subiendo y bajando con el esfuerzo, los ojos entrecerrados, vidriosos y la pinga mojadísima. Me levanté y mojé una toalla, lo limpié bien por todos lados y me aseé. Pensé que con tanta leche ya no le iba a quedar nada y bueno, nos acostamos un rato, yo lo acariciaba lentamente y nos fuimos quedando dormidos, abrazándolo yo muy poco porque creo que no estaba acostumbrado a tanto cariño de un hombre. ... Continuará... 
«12»