1. Esther una madura necesitada


    Fecha: 08/02/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: cartuz, Fuente: RelatosEróticos

    Como ya narré en mi primer relato, el verano con Elisa fue estupendo y maravilloso, porque además de aprender todo lo que ella me enseño, se me quitaron todos los complejos y como bien me dijo ella en aquel entonces riéndose, más de uno de dos y de tres, desearían tener ese complejo. Cuando regresamos de vacaciones, mi madre me decía que me encontraba cambiado y yo sonriéndola le decía que sí, que más moreno. Pero tenía razón algo en mi cambio. Con Elisa me seguía viendo, pero no tanto como nos hubiera gustado a los dos, he de reconocer que era una buena “profesora”, me decía que ya poco se me podía enseñar, pero que sería bueno seguir practicando y se reía. Se acabó el verano, se inició el curso escolar y la vida volvió a su rutina. En esta rutina estaba que yo iba mucho a casa de unos vecinos de la urbanización y que eran muy amigos de mis padres. El motivo de ir tanto, era que mi abuelo me regalo una colección de sellos y varias cajas llenas de sellos, el vecino (Marcos de 48 años) era también coleccionista y por ello nos dedicábamos a ir clasificando los sellos, que él se creía que no me daba cuenta, pero alguno se quedaba. Y su mujer Esther de 42 años. No tenían hijos. Ella me cuido muchas veces de pequeño cuando mis padres no estaban. Era muy alegre, simpática y dicharachera. Físicamente de cara no era muy guapa, aunque tenía una mirada enigmática. De cuerpo era de 1.62 más o menos, pechos medianos tirando para pequeños (a mí me gustan grandes) y un culo ...
    ... espectacular, perfecto. Lo que llamaba la atención, era lo que se marcaban sus pezones, nunca había visto a nadie que se le marcaran así. Yo seguí visitando su casa dos tres veces a la semana y si no iba ya me llamaba Marcos, para vernos. Poco a poco, según pasaban los días me parecía que le estaba tomando algo más que aprecio, hasta que me di cuenta de que lo único que quería, era intentar disfrutar con ella en la cama, en un polvo de esos salvajes, que tanto nos gustan a todos. Empecé a soñar y pajearme imaginándome que estábamos en uno de esos fabulosos polvos. Y cuando estaba con Elisa pensaba en Esther. Después del verano me veía muy lanzado y que todo era posible. Por trabajo él tenía que ir a dos países europeos durante una semana, así que se llevó a la mujer. Dejándole encargada a mi madre el tema de las plantas. A los dos días de irse, mi madre me dijo que me pasara por la casa de ellos y que regara las plantas, cogí las llaves y me fui para allí, regué rápidamente las plantas y me lance a cotillear en la habitación de ellos. Abría un cajón y después otro, pero poco había que cotillear. En un armario había un cajón con cerradura, eso me llamo mucho la atención y mi curiosidad. Pero no sabía cómo poder abrirlo, cuando pruebo y veo que no está la llave puesta y ¡!BINGO¡¡, nada más abrirlo veo varios vibradores-consoladores. Algunos de un tamaño considerable y otro muy raro para mí en ese momento. Pensé que todo sería mucho más fácil de lo que pensaba. Esos días empecé a pensar, ...
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