1. Nuestra soledad nos traiciona (2ª parte)


    Fecha: 09/02/2018, Categorías: Incesto Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos

    Pasaron las semanas y llegó la navidad. Pasamos la noche buena en casa de mis padres, felices porque mamá estaba tranquila y algo recuperada de peso. La quimioterapia se pospuso y los cuidados médicos disminuyeron. Regresamos en enero a nuestra casa para prepararnos a enfrentar algunos cambios en nuestra rutina. Mientras yo luchaba por comprender las funciones de la cámara digital y lograr que se programara a mi gusto, Sandra se daba un largo baño. Al salir, lucía un pans gris casi blanco, una blusa holgada de color celeste y su pelo aún húmedo, que cepillaba cuidadosamente. ― Me da pena admitirlo pero creo que ya necesito otro corte. ― Para que quieres tu pelo tan corto, así luce bien, o es que quieres cambiar de look – conteste casi automáticamente sin dejar de luchar con el menú de la cámara, después de todo la había mirado luchando con su cabellera. ― No tonto, me refiero a… mi otro pelo. Levante la mirada para confirmar si entendía lo que decía y note como se sonrojaba al verme, note su nerviosismo y su mirada picara. ― La verdad con lo ocupada que he estado, traigo el bello muy largo y me siento algo incómoda, ya me acostumbre a tenerlo bajo control. ― ¿Tenemos el mismo trato de antes? –pregunte entusiasmado ― Creo que sí, solo que te parezca malo. ― Si no te parece mal a ti, por mi está bien. Sandra entro en su cuarto mientras yo fingía seguir tratando con la cámara, la verdad estaba súper excitado con la sola idea de repetir tan inolvidable momento. Sandra salió con ...
    ... el maletín en la mano y coloco la toalla sobre el adorable sillón de la sala, que ahora era mi lugar consentido. ― Ahora me toca ser la primera, la vez pasada tú fuiste mi conejillo de indias. Dicho esto se acercó al sillón, me entregó la maletita y se dispuso a sentarse. Justo antes de hacerlo, se bajó su pans al mismo tiempo que su panty ahora de color negro y pude notar aquella hermosa pelambrera. Efectivamente, estaba larga aunque menos que la primera vez y bastante despeinada, como si la hubiera alborotado momentos antes. Su coño me hipnotizaba, era hermoso, ligeramente peludo lucia tan hinchado como virginal, solo que esta vez no estaba tan húmedo, apenas y brillaba su bello azabache con el reflejo del foco de la sala. ― De veras te creció el bello. ― ¿Se ve mal? ― No, solo me asombra la velocidad con que te crece. ― ¿Te gusta que crezca rápido o me equivoco? ― Claro que sí, así podré recortarlo con más frecuencia. Disfrute arreglarle su coño con toda paciencia y tranquilidad y cuando terminaba de asearlo con una pequeña toalla, Sandra se incorporó y giro para luego hincarse sobre el sillón. ― No olvides depilar mi colita. Sus nalgas resultaban ligeramente más carnosas que antes, igual de blancas pero para mí desgracia sin casi un vello. ― Casi no tienes bello en las pompis – conteste en tono desanimado. ― Revisa bien, no tengo prisa. Me encendí de inmediato, quería decir que me dejaba recorrerlas a mi gusto, tocar su ano y en ocasiones su concha. De repente, mientras ...
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