1. Resquicios de luna de miel


    Fecha: 13/02/2018, Categorías: Intercambios Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dejado de pensar en ellas desde Cuba. Entretanto, Maite se había desnudado por completo, mostrando sin ningún pudor su perfecto cuerpo. Tenía su coñito completamente depilado, y ninguna marca de bañador, pero si un estupendo bronceado. Mi pene no me cabía ya entre los pantalones. Quitaron las bragas a mi mujer, dejando a la vista su peludo monte de Venus, que yo tanto insistía en que se depilara, lo cual también sugirió Mario. Al momento, Maite se afanaba con un pequeño cortapelos a pilas a rasurar a mi mujer, terminando el trabajo muy rápido. Ahora si que lucia radiante toda aquella exuberancia. Acto seguido, la arrodillaron en el suelo, con la cara apoyada en él, ofreciendo una visión embriagadora de sus dos agujeros. Maite comenzó a lamer el ano de María, para luego extender la abundante saliva con los dedos, comenzando a penetrarla con ellos. Mario a su vez hurgaba en su clítoris, y amasaba con cierta rudeza los enormes pechos de mi esposa a la vez que me indicaba el culo de la suya. No me hice de rogar, y allí estaba yo, recorriendo sus agujeros con mi lengua, introduciéndola en ellos cuanto podía. Nos levantamos y llevaron a María a la sala. La echaron boca abajo en la mesa, y separando sus piernas al máximo, ataron una a cada pata de la mesa, haciendo lo mismo con los brazos. La mesa apenas dejaba apoyar su vientre, por lo que las majestosas tetas colgaban como si se fuese a desprender del cuerpo. Mario se puso tras ella, y tras untarle el culo con aceite solar, ...
    ... comenzó a forzar la entrada con su pene, que era un poco más corto que el mío, pero bastante más grueso, sobre todo en la base. Yo note un enorme placer de repente, pues Maite, arrodillada ante mi, había tragado toda mi polla, y me estaba haciendo una increíble mamada. Notaba como mi glande, rozaba a lo largo de su garganta, y me volvía loco. Mientras media polla de Mario estaba dentro de María, que gemía, pero de placer, a la vez que él la penetraba, acariciaba su clítoris y estiraba sus pezones como si se los fuera a arrancar. Se separó de ella, dejando a la vista un dilatado esfínter, capaz de albergar casi cualquier polla, muy lejos de lo que yo jamás hubiera imaginado. Sin embargo, cuando Maite le introdujo dos cubitos de hielo, este se cerró de nuevo, como respuesta al frío. Mi mujer se retorcía de placer, gemía como una posesa he intentaba imprimir un movimiento rítmico a sus caderas, pero las ataduras se lo impedían. Me coloqué tras su culo, lo chupé y hurgué con mi lengua en él, y asombrosamente, comenzó a dilatarse de nuevo. Comencé a penetrarla con bastante fuerza, por lo qué gritó un par de veces de dolor, pero los gritos fueron acallados por la polla de Mario, que se la introdujo en la boca, mientras María le comía con verdadera maestría la concha. Tardé muy poco en correrme, inundando su virgen culo de leche. En ese momento, Maite se la cogió de nuevo con la boca, limpiando profundamente mi polla, dejándola como nueva. Mario se situó de nuevo en el culo de mi mujer, y ...