1. El despertar de mis escondidas intenciones (Parte 2)


    Fecha: 14/02/2018, Categorías: No Consentido Autor: ogarcia, Fuente: CuentoRelatos

    Después de limpiar el desperfecto salí de la habitación, sin saber a ciencia cierta las consecuencias de mi acto; sabía que las habría, no tenía excusa alguna… Desperté muy tarde por la mañana aún con la resaca anímica de la noche anterior, mi esposa ya no se encontraba a mi lado y el silencio en la casa auguraba lo peor; así que con no poco temor dirigí mis pasos para enfrentarme con la realidad de mi situación, aceptar las consecuencias por nefastas que fueran estas. Después de llamar a mi esposa en reiteradas ocasiones y sin recibir respuesta a las mismas, me encaminé al comedor para saciar mi sed y de paso comer algo; el remordimiento no menguaba mi apetito después de todo. Tras preparar algo ligero y a punto de sentarme a devorarlo, se abrió la puerta principal; ¡mi esposa con toda seguridad! De nueva cuenta la intriga por saber en qué concepto me encontraría, primero si mi cuñada se dio cuenta de la que hice y segundo si esta se lo contó a su hermana… ¡menudo lío en el que me había metido! Así que sin más y esperando lo peor, me encaminé a su encuentro; no me consideraba devoto pero en ese momento recé todo lo que sabía. Allí estaba ella, tan hermosa como siempre y, después de dirigirme una sonrisa, corrió a mi encuentro a darme un beso que hizo que mi alma regresara a mi cuerpo. —¡Hola amor!, ¿apenas despertando?; ¡eres todo un flojo! —Acompañé a mi hermana a hacer unas compras, ya sabes, por la prisa de salir de su casa olvidó algunas cosas. —Ok, ¿todo bien con ...
    ... ella? —Si, bueno, en lo que cabe; pero y tú, ¿ya desayunaste? Iba a responder esto último cuando mi cuñada hizo acto de presencia, quedando a unos pasos de nosotros; me miró y en ese momento el color desapareció de mi cara, se dirigió hacia mí con paso firme y me dijo: —¡A ti te estaba buscando! No supe que hacer, sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo; temblaba solo de pensar que en ese momento y lugar reclamaría mi acto del día anterior, no tenía salida. —¿Sería mucho pedirte que bajaras mis cosas del coche?, hace un calor tremendo y quisiera darme una ducha. Dijo esto dándome un beso en la mejilla como si nada hubiese ocurrido, incluso ya no se notaba abatida como lo estaba el día de ayer. —Anda ayúdala, me dijo mi esposa, ¡no te quedes ahí parado hombre! Salí al garaje con la satisfacción de alguien que ha librado la muerte, bueno, casi. Mi esposa me encontró cuando aún estaba por sacar la última bolsa del auto y, ayudándome con algunas de ellas, comenzó a contarme acerca de su hermana. —Parecería que se encuentra bien, pero no me engaña; cuando despertó la vi algo rara pero no ha querido contarme algo. De nueva cuenta la preocupación del porque su hermana no había querido contar algo de lo ocurrido paso por mi mente, tal vez esperaría la oportunidad propicia para reclamármelo solo a mi o, en el mejor de los casos, efectivamente no se había dado cuenta y solo estaba confundida por la situación que estaba pasando. —No te preocupes tanto, no es la primera ni la última a lo ...
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