1. Aquel lavabo...


    Fecha: 15/02/2018, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Un voyeur que se dedicó a ordeñar y a beber leche Cuando era pequeño era más golfo que ahora, jeje. Mi edad estaría en torno a los 10 años, cuando todavía no te ha cambiado el cuerpo, pero “ves cosas”. Tenía un grupito de amigos de mi edad, con el cual molestábamos a las chicas de la misma edad y sus hermanas mayores. Recuerdo cuando le quitamos a una de ellas el prospecto de unos tampones, jaja, menuda hazaña. Pero no íbamos mucho más allá, y si nos pasábamos de la raya, nos daban un pescozón. El colarnos en los lavabos femeninos del colegio, era el plan de ataque más osado, que nunca realizamos por las consecuencias que podría traer: una vez empujamos a un chico dentro de esos lavabos, y salió repleto de bofetadas. Todos nos reíamos menos el pobre chico. Pero una vez, no en el colegio sino en la pista de atletismo que estaba en otro sitio, y a dónde íbamos alguna vez, descubrimos por detrás de unas gradas alejadas, unos ventanales…, que eran los de los vestuarios. Descubrimos los de las chicas primero, y estando con mis amigos, ese descubrimiento era mejor que el de América. Vale…, estábamos un poco alejados de los ventanales y, encima, a las personas que veíamos, estábamos a muchos metros por encima de su nivel. Suficiente como para ver chicas (adolescentes, que practicaban deporte, más mayores que nosotros, pero todavía por debajo de los 20 años). Fue una fiesta el ver las tetas de las chicas, y su peluda entrepierna (estoy hablando de hace un par de décadas, a principios ...
    ... de los 80, cuando todavía no se había extendido la depilación del coño). Ellas no nos podían ver porque no estábamos encima de los ventanales, porque no podíamos (había una caída delante de ellos). Así que…, si alguna miraba para arriba, nos vería tan difuminados como nosotras a ellas. Como la calidad de la visión no era del todo buena (la mancha del pelo del pubis era suficiente para ilusionarnos), tampoco es que siempre que estuviéramos en la pista de atletismo y luego fuéramos a ver a las chicas paseando por su vestuario. Pero…, los ventanales seguían más allá, por detrás de aquella grada alejada… y más allá sí había una forma de acceder a los ventanales casi tocando las ventanas. Aquello eran el vestuario de los chicos. Pues, por la novedad de ser un vestuario distinto al que ya habíamos visto, fuimos allí, y, efectivamente, allí estaban los chicos que entraban con sus pantalones cortos, camisetas, después de haber hecho ejercicio. Y cómo se paseaban a torso descubierto…, y desnudos. También nos reímos como con las chicas, también se veía el manchón de la pelambrera entre las piernas, pero con la diferencia de la salchicha que colgaba en medio. Eso sí, lo veíamos mucho mejor, pero también estaba el peligro de que si mirasen para arriba, verían a unos tontos voyeurs observándolos. Una vez que estuve yo solo en las canchas deportivas, me asomé a los vestuarios masculinos y estuve un buen rato escondido mirando. Ya no es estar a risas con los amigos, sino nervioso y mirando ...
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