Aquelarre
Fecha: 15/02/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Fantasías Eróticas
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... comprender lo que estaba ocurriendo. Sólo retorné a la realidad cuando oí el cloqueo de la gallina. Uno de los participantes en la orgía traía al animal agarrado por las patas, mientras se debatía aleteando. Supongo que la habían tenido aguardando en la antigua cocina de la casa. La colocó sobre el altar, Lilith blandió la daga y pronunció algo parecido a una oración, supongo que para consagrar el arma –o su equivalente en el mundo satánico–. Luego, sin vacilar, sajó el pescuezo del animal, que pataleó y chilló mientras su sangre era cuidadosamente recogida en el cuenco, donde se mezcló con mi esperma. La vista de la sangre pareció sobreexcitar a los feligreses, que se refocilaron con más ansia, si cabe, en su desenfreno. Penetraciones vaginales, anales, dobles penetraciones vaginales y anales; felaciones, cunnilingus, fisting, sadomaso, bondage, lluvia dorada, gangbang… El jardín de las delicias al completo se desarrollaba en aquel viejo caserón ante mis ojos. Y yo me sentía cada vez más atrapado en una irreal fantasía. Lilith y Salomé continuaron con su ritual. Situaron el cuenco con los fluidos en el centro del pentagrama y al unísono desgranaron una repetitiva letanía, en parte rezo y en parte cántico, entonada en un incompresible idioma. Una llamarada surgió espontáneamente del cuenco. Pequeña e incandescente, generó una espesa nube de humo que ocultó todo el espacio circunscrito por el pentagrama. Por unos instantes nada se veía en el interior de la cortina de humo. ...
... Hasta que intuí un movimiento: una sombra pareció delinearse entre la niebla. Un escalofrío me recorrió la espalda. Algo se había corporeizado delante de nosotros –¡Vaya, sí que es potente la droga esa!–. El humo se diluyó lentamente y todos los presentes detuvieron su actividad sexual para mirar lo que ante nuestros ojos se mostraba. Yo quedé hipnotizado, incrédulo. La más hermosa criatura que jamás hubiera visto se hallaba ante mí. Quieta, en pie en el centro del pentágono; una mujer alta, esbelta, de cuerpo escultural, piernas largas y torneadas, caderas y cintura dibujando dos perfectas curvas, y con pechos a la vez firmes y jugosos. Desnuda, sólo un ligero velo de seda cubría su entrepierna. Su rostro, adornado por una corta melena rubia, parecía cincelado en mármol, configurando unos rasgos magnéticamente atractivos. Su figura entera desprendía una belleza angelical… si no fuera por el oscuro fuego que desprendía su mirada. Un ardor que irradió toda la sala cuando aquella criatura miró a su alrededor. –¡Belzeba! –Anunció Lilith con solemne y temeroso respeto, casi en éxtasis– ¡La hija del Diablo! Los congregados respondieron con tono de adoración que me recordó a un Aleluya. –¡Oh, mi señora Belzeba! –Continuó la sacerdotisa– ¡Princesa de los Infiernos! Somos tus humildes siervos. Tuyos y de tu adorado padre, Satán. La criatura hizo un gesto de aceptación en silencio. –Y como muestra de devoción he aquí el presente que te ofrece nuestra congregación. ¡Un hombre virgen! La ...