1. Conejita de laboratorio (y 2)


    Fecha: 18/02/2018, Categorías: BDSM Fetichismo Sexo en Grupo Autor: baldsex59, Fuente: xHamster

    ... rato Naoko se durmió. Carol vivía algo menos aislada que Naoko, en ocasiones salía a algún espectáculo, pero poco más. Las dos coincidieron con Ana en que lo recordaban todo y aborrecían a los hombres, a todos sin excepción. Al igual que Naoko, Carol también se durmió mientras tomaba café con Ana. Cuando despertó estaba desnuda en la cama con Ana y Naoko, y sentía una sensación que era familiar para ella y a la que no podía resistirse. Volvía a ser esclava, esta vez de Ana. En una de las maletas que saco del apartamento de Paco la última noche, había dosis para sus dos “amigas” para treinta años como mínimo. Paso a controlar las cuentas corrientes y el patrimonio de las dos mujeres, y cuando todo se solucionó judicialmente en EE. UU. vendió sus apartamentos y compro la villa de Bangkok. Contrato un vuelo privado que las traslado con todas sus pertenencias y las dos maletas hasta allí. Ana era verdaderamente feliz por primera en su vida. En su villa, entregada a la lectura, a oír música, a contemplar el paisaje o a maravillarse con las puesta de sol. Carol y Naoko se ocupaban de las cosas de la casa, y Ana, cuando no retozaba con una, lo hacia con la otra. En el dormitorio principal mando colocar una cama enorme, de más de dos metros de ancha, donde dormían las tres juntas, desnudas, abrazadas, queriéndose. Savia perfectamente que Carol y Naoko eran felices con su retomada vida de servidumbre sexual, y como ya he dicho, ella también. No las ataba, no las pegaba ni maltrataba, solo las amaba. Vivía en un país maravilloso, acompañada por mujeres con unos cuerpos fantásticos. Tenía riquezas suficientes para hacer que este sueño durase indefinidamente mientras su marido se pudría en la cárcel y, con un poco de suerte, algún negrata de dos metros y una polla de treinta centímetros le partía el culo. Ana no volvería a chupar una polla en su vida.Si, ahora, definitivamente era feliz.
«12...10111213»