1. Su nombre no era el de todas las mujeres


    Fecha: 21/02/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Su nombre no era en de todas las mujeres, totalmente en contrario a lo que dijo mi poeta favorito. No hay ninguna mujer que no sepa sanar un corazón, pero, ¿hacerse completamente con todas las sombras de él? Buenos días/tardes/noches. Año nuevo, vida nueva. Este es mi primer relato, por lo que espero escribirlo bien y que os guste. No seáis muy duros con los comentarios, ¿eh? Voy a contaros mi primera experiencia sexual y lésbica. Era el cumpleaños de una de mis mejores amigas de la universidad y salimos de fiesta a una discoteca conocida. Celebrábamos sus ansiados 18 años; yo por entonces tenía 17. La noche se desenvolvió con normalidad. Tengo una gran resistencia al alcohol, por lo que fue a partir del cuarto cubata cuando empecé a notar los síntomas. No soy especialmente guapa ni tengo un cuerpo de infarto, pero en mi defensa he de decir que ligo bastante cuando salgo -rubia, me gusta cuidarme y bailar siempre ayuda-. Como es normal, me entraron algunos chicos esa noche. Me gusta jugar, en especial con los chicos. Al primero de ellos le bailé sensualmente hasta que no pudo más y empezó a besarme el cuello y recorrer mi culo con fuerza. Tras liarme con él, pasé. El segundo más de lo mismo, pero fue más intenso, al menos para él. A ambos les dejé con el calentón, permitiendo incluso que me tocasen bajo la ropa. Ese mismo año había empezado la universidad y estaba empezando a aceptar mi bisexualidad. De hecho me había pillado por una de las chicas de mi clase, que tenía ...
    ... novia, que había empezado a jugar conmigo y yo al final caí en su juego. El caso es que me causaba ansiedad pensar en mujeres, y tuve un pequeño bajón. Una de mis amigas consiguió levantarme los ánimos y acto seguido volví a bailar. Me encanta el baile, hace años incluso empecé a interesarme por el break dance. Empecé a bailar break y a hacer algunos pasos de bboying, la gente hizo un círculo para dejarme espacio hasta que uno de los encargados vino y me dijo que dejase de alborotar. No me importó lo más mínimo cuando me fijé en dos chicas guapas de pasada. Cuando el encargado se marchó, una de mis amigas se me acercó y dijo que una de las chicas que se habían fijado en mí me estaba devorando con los ojos. No quise perder oportunidad. Empecé a bailar con ella de broma; después a preguntarle su nombre, años, etc. Me gustaba ver cómo se ruborizaba debajo de los focos. Entre movimiento y movimiento de caderas acabé bailando salsa y bachata para ella, que solo tenía ojos para mí. Intercalaba los pasos con caricias en la cintura o en la espalda, a veces más lejos y viendo si se acercaba a mí por iniciativa, a veces más cerca para rozar su cuello con mi nariz y recorrer la corta distancia hasta el mentón. Pasado un rato la tenía loca, se veía a ojos de cualquiera. Ella también me tenía loca a mí: estaba completamente hechizada. Fue cuando me besó, primero con delicadeza, luego con intensidad y al final apasionadamente. Ella me estrechaba contra sí y ponía sus senos en mi espalda cuando ...
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