Noelia - Relatos Eróticos

Noelia

NOELIANoelia había sido mi amiga cuando éramos niños. Nuestras respectivas familias iban a veranear a la misma urbanización, y solíamos jugar todos los días en la playa.Llevaba ya varios años sin verla. Mis padres se divorciaron cuando yo contaba once años, y dejamos de ir al chalet de la playa, el cual se quedó mi padre. Desde entonces solía pasar las vacaciones en el pueblo de mi madre, pero este último verano ella se marchó de viaje a Dinamarca con su nuevo novio, y yo me fui a pasar unos días con mi padre en el chalet.Llegué un viernes por la tarde. El sol estaba cerca de ponerse. Me había bajado del coche, y mientras mi padre iba abriendo ventanas en el interior del chalet, yo estaba sacando bolsas del maletero. Oí una voz detrás de mí.- ¿¿José??Me di la vuelta y miré a la chica que tenía detrás. Estaba casi irreconocible, pero en cuanto vi sus brillantes ojos verdes y sus largos rizos castaños no tuve la menor duda. Era Noelia. Pero no era la Noelia que conocí cuando era pequeño. Esta volvía de la playa, y llevaba un bikini de colores blancos y verdes. La luz del atardecer bañaba su dorada piel. Sus caderas formaban una curva hipnotizante, tenía la cintura estrecha, y un ombligo precioso en el centro de su liso vientre. Pero lo que más me embelesó fueron los grandes pechos que se apretaban tras ese pequeño bikini. Y me estaba sonriendo.- ¿¿¿Noelia??? – Conseguí responder, con los ojos abiertos como platos.Me apresuré a coger una bolsa y con torpeza me la colgué del ...

... cuello, para ocultar la erección que me estaba provocando.- ¡Claro que soy yo! –Respondió.- ¿Dónde te habías metido todos estos años?- Bueno, en el pueblo de mi madre. Mis padres se divorciaron.- Vaya, que lástima. Pero te quedarás unos días, ¿No?- Sí, voy a estar un par de semanas.- ¡Estupendo! Oye, tengo muchas ganas de hablar contigo y que me cuentes qué has estado haciendo. ¿Qué te parece si quedamos después de cenar y nos damos una vuelta por la playa?- ¡Vale! ¿A las once en la palmera?- De acuerdo. ¡Me alegro mucho de verte! - Se dio la vuelta y echó a andar hacia su chalet. No pude evitar quedarme mirando, embobado, el increíble trasero que se balanceaba al ritmo de sus pasos.Terminé de recoger las maletas, y nos hicimos la cena con mi padre. Después de fregar la vajilla, me cambié y salí del chalet. Mi padre se quedó viendo la tele. Era una calurosa noche de principios de julio, aunque todavía se veían tonos violetas y anaranjados en el horizonte, sobre el mar. Por el lado opuesto acababa de salir la Luna, casi llena. Llegué a la palmera donde solíamos quedar cuando éramos niños, y me quedé esperando. A los pocos minutos la vi llegar. Se había puesto una camiseta larga de playa, y debajo debía llevar el bikini, puesto que se le veían las piernas desnudas debajo de la camiseta.- ¡Ya era hora! – Le dije mientras me cruzaba de brazos.- ¡Pero bueno! ¡¿Cómo que “ya era hora”?! Llevas años sin aparecer ¿y me dices que “ya era hora”? ¡Pues eso digo yo, que ya era hora de que ...