1. Ilustrísima señora


    Fecha: 01/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    La tripulación estaba compuesta por el capitán, un contramaestre, tres marineros, un mecánico y un cocinero. Rosa -nuestra protagonista- es una mujer de unos 35 años, morena, muy, pero que muy bien proporcionada: con unos pechos hermosos, erguidos y, sobre todo, unos muslos redondeados, llenos, lisos; que partían de un culo verdaderamente hermoso, respingón, que llamaba muchísimo la atención cuando Rosa se ponía uno de aquellos vestidos ceñidos que hacía que los hombres se olvidasen de todo y centrasen sus miradas llenas de deseo hacia aquella parte del cuerpo de Rosa. Rosa era admirada y, al mismo tiempo, envidiada por las mujeres. En su vida profesional era Ilustrísima señora, claro. Con su toga en el Juzgado y siempre cuidando su imagen de gran señora, aunque con toga y todo se podía fácilmente advertir sus formas y su porte al andar. Rosa encendía pasiones allí donde se encontrase. Su esposo lo sabía. La conocía bien y sabía que teniendo esa mujer con él y en el ambiente en el que se movían ambos, era conveniente adoptar una postura con cierta dosis de tolerancia, aunque era demasiado celoso para tener la mujer que tenía, lo que le hacía sufrir en muchas ocasiones. Él no había tenido nunca constancia de que su mujer le hubiese engañado con otro, aunque no podía evitar intuirlo, obviamente. El simple hecho de hallarse en aquel barco con sus lujosas instalaciones ya hacía sentirse bien y Rosa tenía la intuición de que aquel viaje iba a tener para ella un significado ...
    ... distinto a los anteriores en avión o en coche. Nada más haberse instalado en su camarote se puso un bikini tipo tanga que había comprado expresamente para aquella ocasión, se cubrió la cintura con un pareo casi transparente y se dirigió a cubierta. Se desentendió prácticamente con un saludo de los demás compañeros de viaje que estaban tomando unos aperitivos y se alejó a la proa a tomar el sol. Se deshizo de la parte superior del bikini y sacó el tubo de la crema protectora que comenzó a extenderse por muslos, cara y pecho. En aquel momento sintió que alguien la estaba mirando. Se giró ligeramente y allí estaba el marinero mirándola. Tenía un aspecto hercúleo, con fuertes brazos tatuados, torso amplio y musculoso y el vientre liso. Él la había estado mirando con un descaro ofensivo y no pudo evitar sentirse violenta por la dirección de las miradas del marinero que apuntaban directamente a sus pechos. Ella, sin embargo, no dejó de aplicarse lentamente la crema en los muslos y cuando llegó a los pechos se recreó intencionadamente en los pezones. Le atraía aquel tipo. Era consciente de que estaba poniéndole caliente. El marinero decidió abandonar lo que estaba haciendo y desapareció. Rosa se tumbó al sol con los muslos abiertos, pensando en aquel hombre. Al rato escuchó que Rodrigo la llamaba: "¿quieres tomar un refresco" Acudió a la mesa donde estaba el grupo de compañeros de viaje y tras mantener con ellos unas breves palabras se marchó con su vaso a pasear por el barco. En una de ...
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