1. En el coche


    Fecha: 03/03/2018, Categorías: Voyerismo Autor: Suede, Fuente: SexoSinTabues

    Este es un relato que escribí a mi mujer basado en un sueño que tuve hace algún tiempo. Quité el contacto del coche y se apagaron las luces. La única iluminación que teníamos era la de la luna, que aunque sin estar llena, hacía que la visibilidad en el interior del coche fuera más de la deseada. Lo habíamos hablado varias veces y nunca nos habíamos decidido a hacerlo, ni en la época de nuestros inicios, cuando no teníamos lugar para bajar la calentura que nos entraba cuando quedábamos para vernos. Nunca, quizás una vez, habíamos utilizado el coche para disfrutar el uno del otro y tras varios años juntos y después de una cena bañada por un par de botellas de vino, nos decidimos medio en broma medio en serio a coger el coche y plantarnos en el campo, entre los árboles, en un lugar en el que las parejas, más jóvenes que nosotros, solían frecuentar para desfogar sus tensiones y deseos. Bajamos del coche y tras echar hacia adelante los asientos delanteros pasamos a la parte de atrás. Tan pronto nos acomodamos en la parte trasera nos miramos y nos comenzamos a besar juntando nuestras lenguas como queriendo comernos mutuamente. Empecé a bajar mis manos por tu espalda recorriendo la tela de ese vestido de pequeños lunares que te pusiste aquel día en Granada, aquel día que te quitaste el tanga poniéndome cachondo perdido. Empecé a besarte el cuello de manera apasionada para continuar mordiéndotelo, dándote pequeños bocados que te hacía soltar algún que otro gemido. Aquello te ...
    ... estaba gustando. Tú mientras tanto pasabas una de tus manos sobre mi polla, por encima del pantalón, y notabas como ya habías provocado una erección que justificaba lo mucho que me estaba gustando aquello que me estabas haciendo y que realizabas de manera inmejorable. La temperatura estaba empezando a subir muy rápido. Yo seguía entretenido mordiendo tu cuello y mis manos ya acariciaban tu fantástico culo; ya sabes que me vuelve loco. Tú seguías tocándome la polla por encima del pantalón y apretando de vez en cuando mis huevos. La calentura estaba en su máximo nivel, cada vez soltabas más de esos pequeños gemidos a cada mordisco que recibías en el cuello y a cada acaricia que sentías en tu culo, el cual se encontraba ardiendo debido a la excitación y a la temperatura que a cada segundo que pasaba se hacía más insoportable en el interior del coche. Poco a poco fui dejando tu cuello para ir besándote en dirección a tus tetas. Esos pezones, a pesar del calor, debían de estar a punto de caramelo, duros y listos para ser chupados y mordidos con mis labios. Allí me dirigía cuando de repente paré. - Mmmmm, ¿ qué haces? No pares ahora - me dijiste sin saber el motivo por el cual dejé de besarte. - ¡¡Joder!! Hay alguien ahí, mirando. Justo a unos diez metros del lateral del coche donde te encontrabas sentada, tras un pequeño arbusto, se podía distinguir la figura de un hombre observando el interior del vehículo desde la distancia, gracias a la iluminación que esa noche se encargaba de ...
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