1. Historia del Chip 012 - Escarceos - Irma 002


    Fecha: 12/03/2018, Categorías: Grandes Relatos, Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    Estaba nerviosa. El primer día del nuevo trimestre. La universidad era un suplicio. Menos mal que tenía a Galatea. Pero las exigencias aumentaban día a día. Las dos visitaban un foro extraño al que su amiga había tenido acceso. Allí explicaban como tener una específica relación de amantes. Una relación basada en la dominación. Irma estuvo a punto de negarse a seguirle el juego a su compañera. Bastaron dos semanas sin hablarla para rendirse. Galatea, -por su parte-, fue estricta. —No puedo consentir esas dudas, amor mío. Si quieres estar conmigo, yo debo poner las condiciones. O buscaré a otra persona. ¿No has leído nada en el foro? Irma asintió, cohibida. Miraba a los pechos de su amiga, tal y como lo tenían establecido cuando estaban solas. Se pasaba la vida jugando con ellos. El pasatiempo siempre empezaba con Irma en topless, las manos en la nuca y los ojos cerrados. Galatea comprobaba que los pezones estaban duros y los pechos bien erguidos y orgullosos de ser tocados y exhibidos. Después de un rato, también se quitaba la blusa y el sujetador y se acariciaban mutuamente. Sólo los pechos. Galatea tenía una mentalidad marcial. Cuando Irma toqueteaba los pequeños senos de Galatea, ya estaba a cien. Su necesidad de acariciar y ser acariciada era tan grande que aceptaba que fuese algo tan medido y poco espontáneo. Era tremendamente excitante. En cuanto llegaba a casa, se pasaba horas palpándose sus tetas, sobándolas. Le hubiera gustado tocarse abajo. Lamentablemente lo tenía ...
    ... estrictamente prohibido. Sin que ella lo supiera, estaba condicionada. Su visita mensual al psicólogo traía resultados. Irma creía que estaba algo regordeta, lo que impedía que los hombres se acercasen a ella. Asimismo, debía atarse a una mujer que protegiese su integridad y fuese el apoyo que le permitiese explorar su sexualidad. Siempre que no llevase a nada entre sus propias piernas. Debería ser su amante quién la masturbase, a su libre albedrío. Como todo esto era muy confuso para Irma, su terapeuta le fue explicando con paciencia cómo debía comportarse. Irma no era consciente de todo ello. Reaccionaba a los influjos sugeridos y a los deseos latentes, añadíendo sus propias fantasías. Galatea le había pedido que la esperase ya preparada. Hacía días que no se veían, debido a las vacaciones de navidad. Si no hubiera sido por eso, Irma no hubiera estado tan alterada. Tenían un rincón secreto cerca de la casa de Galatea, lo que le obligaba a caminar hasta allí. Eran sólo diez minutos, pero cuando quedaban le molestaba que la hiciese esperar, así que Irma trataba de llegar con antelación. Esta vez no pudo evitar entretenerse en clase y supuso que no llegaría a tiempo. Para colmo, Galatea había sido muy explícita. Preparada supondría que ya debería hallarse en la posición de pechos fuera, ojos cerrados, manos en la nuca y codos bien rectos a los lados. Sin olvidar la barbilla levantada, con porte orgulloso. Tuvo suerte, Galatea no había llegado. Se arrancó literalmente la blusa. ...
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