1. La amorosa hija (Parte 1)


    Fecha: 16/03/2018, Categorías: Incesto Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... diálogo. “¡Te prohíbo que hagas una escena con eso de los cuartos!”, comenzó Anne. “¡Eres la persona más desagradable y grosera del mundo Estela!”, prosiguió. “¡Vaya manera de faltarnos al respeto y fastidiarme! ¿O sea que, según tú, papi y yo estamos… cogiendo?”. Contrario a Estela, Anne usaba con frecuencia palabras sucias y altisonantes. “¡Mira que insinuar eso! ¡Son chingaderas de tu parte!” “¡Jamás pensé que me fueras a salir con eso!” Excelente actriz. “Anne, es que yo…”. Comenzó Estela, pero Anne la interrumpió. “¡Tu, verga! ¡A ti te vale verga ofender con tal de imponerte con tus convicciones, fanática, mamona!”. “¡Me llevaste entre las patas a mí, a papi a Raúl y hasta a mami… que estúpida eres, de veras, no tienes remedio!”. Ambas se quedaron mirando. Anne respiraba agitadamente. Se dieron cuenta que Mark y don Tomás habían terminado el registro y comenzaron a dirigirse hacia ellas. “Verga”, repitió Estela. “¿Por qué fue la primera palabra que se te vino a la mente, verga?”, preguntó en un tono burlesco, con irónica sonrisa, sin conceder que había alterado severamente a su hermana con sus bien fundadas sospechas. “¡Porque así hablo yo, aunque te arda en el culo!”, replicó Anne, “ha de ser ya no puedes contener tu calentura, ¿verdad jodida? Te la llevas pensando chingaderas. ¿No te cumple tu marido o qué?”, dibujando en su cara una sarcástica sonrisa. “¡Has de coger nomás para embarazarte, santurrona desgraciada, que, por cierto, ya te toca otro antes de que ...
    ... cumplas los 40!” Estela aspiró en sorpresa, engrandeciendo sus ojos. Si no vinieran su padre y esposo acercándose, le hubiera dado una bofetada. ¿Cómo se atrevía a decir eso de la santa de la familia? Anne y Estela no podían dejar ahí la incómoda conversación. Anne las excusó e invitó a su hermana al baño. Con tal de tener la última palabra, Estela era imprudente y en cierto modo, hasta perversa. Toda su familia estaba acostumbrada a ello y hacía siempre de la pareja objeto de burla. “Tuvieron todo el tiempo del mundo para ir al baño, pero justo ahora van”, dijo don Tomás. Mark sonrió ante la observación de su suegro, mientras las dos hermanas de dirigieron al baño. Anne y Estela pusieron su mejor cara para que no sospecharan sobre la inesperada situación surgida. Entraron al baño. Siendo ya muy tarde, estaba desierto, solo se escuchaba la típica música ambiental. “Si, Estela, como te decía”, retomó Anne el control. “Déjate de tonterías y no andes dando palos de ciega, por favor. Vive tranquila tu vida y deja la mía en paz. Papi y yo, te aseguro, no estamos haciendo nada malo”. “¿O quieres oír lo contrario? ¿Es tanto tu morbo?” “Es que… nomás no puedo creer que me hayas dicho lo que me dijiste”, dijo, llevándose las manos a los oídos, negando con la cabeza. “No lo puedo creer”, repitió Estela. “¿Y tú si puedes decirme que papi y yo estamos cogiendo?, ¿eh?”, replicó Anne de inmediato. “Anne, hermana, por favor no me lo tomes a mal, querida. Me llegan chismes que hay gente que hasta ...
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