1. Hermanitas


    Fecha: 17/03/2018, Categorías: Zoofilia Autor: kimmy, Fuente: SexoSinTabues

    Un par de hermanas que por juego terminan conociendo el lesbo-zoo-incesto..... Con mi hermana nos llevamos por un año de diferencia y para ese entonces ella tenía 16 y yo 15, más que hermanas y amigas éramos cómplices, siempre había alguna maldad o travesura de la cual solo ambas sabíamos y en ocasiones nos reíamos a carcajadas sin que nadie se imaginara de qué. Desde pequeñitas mamá nos bañaba juntas y nos acostumbramos a aquello, cuando teníamos 8 y 9 ella ya no nos bañaba mamá pero siempre lo hacíamos juntas. Nos teníamos tanta confianza que a los 12 cuando nuestros senos crecían jugábamos a pellizcarnos los pezones o cuando una sorprendía descuidada a la otra nos dábamos puntazos con el dedo medio en plena entrepierna sin importarnos en qué agujero entrara el dedo, solo era un juego estúpido que hacíamos aprovechando nuestra desnudez. No lo considerábamos como un acto de lesbianismo, pues era solo eso no había caricias ni besos de por medio. Bueno volviendo a cuando yo tenía 15……. Otro tonto juego que inventamos con el tiempo fue el de ofrecerle el trasero a nuestro perro cuando estaba caliente, bastaba con que él comenzara a agarrarse de nuestros muslos haciendo el movimiento ese y sabíamos en qué andaba, obviamente esperábamos a estar solas en casa y nos reíamos mucho de la desesperación del pobre animal…. Por ser algo muy atrevido o raro, yo no le comentaba a mi hermana todo lo que se me ocurría o pensaba al respecto, pues me imaginaba si él (nuestro perro o ...
    ... cualquier otro) sería capaz de meterle su pene a una hembra humana o por otra parte si habrían mujeres que se atrevieran a dejar que un perro las montara….. Entre tanto cuestionamiento e imaginándome la situación, luego de poco tiempo de inventado el juego no podía evitar mojarme cada vez que Lucky aparentaba aparearse con nosotras. Es más, me excitaba antes de comenzar a jugar con solo el hecho de saber que estábamos solas con nuestro perro en casa, y al parecer él sentía el olor de mis jugos vaginales y ya quería jugar antes que nos pusiéramos de acuerdo con mi hermana. Nunca nos poníamos en 4 patas, solo agachábamos nuestros traseros para que el perro nos tomara por la cintura e hiciera su parte del juego permitiéndonos ver como se asomaba la aguda y roja punta de su pene en cada empujón de sus caderas, y también apreciar el pequeño cototo que se le formaba cerca de su base al cual apodamos graciosamente “La manzana de Adán de Lucky”, y cada vez que la mencionábamos o murmurábamos delante de los demás no podíamos evitar romper en carcajadas. En un par de ocasiones en que andaba con shorts sentí la punta desnuda de su pene en mi rodilla, cuando Lucky se montó en mi muslo al sorprenderme sentada en un sofá o en el borde de mi cama, y ambas veces se me puso la piel de gallina con esa suave y húmeda carne, haciéndome querer saber cómo se sentiría aquel tibio contacto en mi sexo. Cosa que por lo retorcido de la idea no me atrevía a comentarle a mi hermana para que experimentáramos en ...
«1234...8»