1. Yo era feliz


    Fecha: 22/03/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Helena, Fuente: TodoRelatos

    Yo era feliz, tenía 64 años pensando ya en mi jubilación, sintiéndome mayor ya para el sexo y mi marido ya sin poder hacer nada por una operación de próstata.
    
    Ni me sentía guapa, ni sexy, ni joven. Ya estaba cansada y no miraba ni como me vestía a diario y si un día no me pintaba, pues no me pintaba.
    
    Así pase bien bien un par de décadas. Viviendo lo mismo día tras día, en el mismo edificio, viendo como unos se iban, otros entraban y otros como criaban a sus hijos. Es este último punto el que me hizo cambiar de vida. Lau era el hijo mayor de una pareja del piso de arriba del mío, teníamos muy buena relación, al no tener los abuelos cerca muchas tardes los teníamos en nuestra casa.
    
    Cada vez que yo volvía de comprar por la tarde, el regresaba también de la universidad, subíamos en el ascensor y él me llevaba las bolsas a la cocina, y yo le daba de merendar.
    
    En uno de esos días, me pareció que Lau me miraba mucho, me sentí observada, pero al mismo tiempo pensé que eran locuras de vieja. Pero fui observando y veía como intentaba ver más allá de mi escote en muchas ocasiones. No dejaba de darle vueltas, ¿cómo podía ser?
    
    Sin darme cuenta compré cremas hidratantes, revitalizadores de pecho, sujetadores bonitos, yo era de los blancos de toda la vida, pero quería estar más mujer que vieja.
    
    Empecé a arreglarme cada día más, y a dejar más escote abierto o con un botón más abierto al llegar a casa con él o a ponerme camisetas de cuello muy ancho, a vigilar lo que ...
    ... comía para bajar de peso, volver a depilarme regularmente, vigilar a diario el bigote, volví a teñirme, dejarme el pelo más largo, cosas que hacía años que ni por asomo hacía, me refunde.
    
    Volví a ponerme vestidos con más gracia que no los que llevaba, total hasta ese momento lo único que me importaba era ir cómoda. Ahora ya no. Y obtenía mi gratificación, cada vez que me agachaba sus ojos saltaban a mi escote, buscaba como poder ver más, me abrazaba más para poder notar mis pechos, me hacía sentir como una jovencita.
    
    Así pasaron los meses y llego el verano, en ese momento había perdido ya unos buenos kilos, necesarios para no tener esa barriguda, ni tanto colgante por todos lados. Pero sabía también que era la época en que Lau se iba con la familia a su segunda residencia y durante meses no le vería, así que quería que no me olvidara.
    
    Hicimos la inauguración oficial de cada año de ir a la playa ellos y nosotros, cada año lo hacíamos, pero este año me compré un bikini, siempre iba con bañadores, y me fui a poner algo morena antes. Mónica, su madre, rápidamente me dijo lo guapa que estaba, qué menudo cambio y le hacía bromas a mi marido de lo guapa que estaba. Nos quedamos Lau y yo solo en la playa, todos estaban en el mar, en un momento dado mientras hablábamos me dijo: “estás preciosa, más que nunca” me beso en la mejilla y se fue directo al mar.
    
    Comimos la paella en el chiringuito de siempre, Lau se sentó enfrente de mí, me sentía devorada por las miradas, eso me ...
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