1. Tan cerca que quema (2)


    Fecha: 20/04/2024, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Herrente, Fuente: CuentoRelatos

    Luego de que tuve el encuentro con mi vecina y la posterior invitación, tuve que viajar por temas de trabajo y familiares.
    
    Cuando regresé, tenía presente la invitación. Como se venía un fin de semana largo, renté una casita en la playa por esos días, sólo con la fé porque aún no invitaba a mis vecinas. Habiendo concretado la reserva, le hablé a Javiera y le dije “Hola ¿cómo estás? ¿Continúa en pie la oferta?”
    
    J: Si, claro ¿que tienes en mente?
    
    Tengo una cabaña en la playa por todo el fin de semana ¿qué te parece?
    
    J: Por mi, maravilloso ¿invito a mi mamá?
    
    Cuento con ello.
    
    Un par de horas más tardes, me escribe Javiera y me dice que todo está acordado, así que agarré un bolso, recogí un poco de ropa, toallas, etc. y por supuesto algunos víveres para comenzar. Acordamos salir a las 7 al día siguiente.
    
    Al otro día, con lo caliente que estaba no veía la hora de partir... llegó el momento y me estaciono frente a su casa. Quedé hipnotizado al ver a Javiera con unos leggins que más parecían tatuados que puestos… y un top que dejaba ver que no había nada mas abajo, tragué saliva y luego se asoma su madre... ¡madre mía! si la hija era buena, la mamá se escapó como 100 metros... nunca la había visto vestida así, muy similar a la hija, pero con unas caderas tremendas y unas tetas de esas que te quitan el aliento.
    
    Me bajo del auto para saludar y abrirles la puerta y me saludan con un beso en la comisura de los labios, ya la suerte estaba echada y solo había que ...
    ... dejar fluir todo.
    
    Javiera decide irse en la parte delantera, mientras que su madre viajaba en el asiento trasero, desde donde me miraba y abría las piernas, los labios de esa vagina se dibujaban claramente y yo conducía con mucha dificultad porque me tenían un tanto desconcertados.
    
    Luego de unos 90 minutos, llegamos a la cabaña, una casita de 2 habitaciones grandes y con todas las comodidades. Comimos algo y decidimos salir a caminar para conocer el lugar. La zona no era muy turística que digamos, pero si tenía sus encantos, sobre todo un lugar entre los roqueríos, donde había una especie de mini playa, en la cual, nadie podía verte desde el camino.
    
    Tendimos las toallas para sentarnos y Amalia, que es como se llama la mamá de Javiera me dice “y cuéntame Roberto ¿cómo estás? ¿qué esperas del viaje?”.
    
    Buena pregunta la que me hizo, no quería parecer muy directo pero vaya que era difícil no ser obvio.
    
    “Bueno pues, desde que enviudé no he salido mucho y me he dedicado principalmente al trabajo y... ya sabes, con las carencias que ellos implica.”.
    
    A: Pero eso podemos arreglarlo ¿no? Poniendo su mano en mi paquete... ”no creo que viniéramos solo a ver las olas”, a lo que me planta un beso que me tomó por sorpresa haciéndome caer sobre la toalla.
    
    En ese instante, Amalia se sienta sobre mi y me empieza a besar y a mover su cuerpazo sobre el mío, Javiera que no se había percatado nos ve y dice “¿pero partieron sin mi?” y se suma a la labor de su madre, corría un ...
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