1. La lavandera desconcida


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Sexo con Maduras Confesiones Autor: milkShooter, Fuente: CuentoRelatos

    Iba caminando junto con mi perro era la tarde y no había mucho, realmente iba pensando en otras cosas del trabajo aunque a veces corregía a mi perra por ir jalándose. Esta vez había decidido ir por otro lado a caminar así que a unas cuatro o cinco cuadras de mi casa encontré a una señora que me llamo la atención de inmediato por sus caderas anchas y sus nalgas redondas, de verdad deliciosa y llamativa, algo delgada pero caderona, mi sorpresa fue que cuando mire más hacia arriba la señora llevaba sus senos ajustados, muy juntos y apretados, y un escote que dejaba verlos como estaban aprisionadas, muy deliciosas una contra otra y con un poco de pecas. La señora tenía unos cuarenta y cinco o quizá hasta cincuenta años no lo sé pero estaba deliciosa, pocas veces uno ve una mujer así, sobre todo tan ajustada y con un cuerpo de esa forma. Su caminar era normal pero con esas caderas era casi imposible que no se movieran de un lado a otro apretadas por su pantalón ajustado. Decidí seguirla un poco más, ella parecía no darse cuenta, llevaba unas notas en la mano, pensé que quizá tendría un negocio cerca, no me cansaba de verle las nalgas donde se marcaba un calzón cachetero rico en su caminar, seguía impresionado por sus caderas, que ganas tenia de apretarle las nalgas y meterle un buen palo, en fin la seguí hasta que ella se detuvo cerca de un casa y toco el timbre, yo seguía caminando hacia ella y pude ver de perfil sus buenas tetas, no tan grandes pero si apretadas que dejaban ...
    ... ver que eran más grandes y pensé “es una zorra le gusta que la miren”, pero solo era mi calentura hablando creo. Una señora salió y le dio las gracias y entonces regreso caminando hacia mí, yo mire hacia otro lado y la señora se acercó haciendo mimos a mi perrita, no tome esto en cuenta y me sorprendió sobre todo porque se empino acariciándola y me dejo ver esa nalgas empinadas que lucían aún más grandes y en sus jeans salía un cacho de su calzón negro que se veía de encaje, solo pude decir buenas tardes y ella también, intercambiamos un poco de palabras, yo quería evitar verle las tetas, lo conseguí y en la plática me dijo que tenía una lavandería cerca, me ofrecí acompañarla de regreso pues ya era un poco tarde, ella se rehusó un poco apenada pero insistí una vez más y nos fuimos caminando. Ella era firme en sus palabras, una mujer sola deduje que ha tenido que conseguir sus cosas por ella misma, seguimos hablando de la escuela, de los mocosos que embarazan a sus novias y andan por ahí sufriendo, de los papás que consienten a sus hijos y varias cosas de esas. Por fin supe donde tenía su lavandería y me dijo que cuando quisiera podría ir, sonreí y le dije que sí, nos despedimos y yo lo hice de beso poniendo mi mano arriba de su cadera. Esa noche me masturbe muchas veces, mucha leche en su nombre. Pasaron varios días para que me decidiera a ir o encontrarla de nuevo, solo pensaba en su cuerpo y lo sexy que se veía, apretadiza, muy rica, y me imagine esas nalgas marcadas por su ...
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