1. Mi vecina


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Era una tarde de un día cualquiera en la que estaba solo en casa, yo me encontraba viendo la televisión pero sin mucha atención, de repente, sonaron los carretes que contienen las cuerdas del tendedero. Rápidamente se me vino a la mente la imagen de mi vecina de enfrente. Yo por aquel entonces solo contaba con unos 17 años, pero algo en mi interior se encendió y se mostró de una forma sugerente. Se me ocurrió ir a la habitación que daba al patio interior y la persiana estaba casi bajada, pero no completamente, y así, la observé, no encendí ninguna luz, no fuera a ser descubierto. Y allí estaba ella, una mujer de unos 38-40 años, algo gordita pero de pechos y labios sugerentes, estaba recogiendo la ropa ya seca. Me quedé completamente extasiado mirándola, la garganta se me quedó seca. Tenía miedo por ser descubierto pero era mayor las ganas de observarla, el cordel estaba más bajo que la ventana y se tenía que agachar bastante para recoger la ropa, en ese instante observé sus agraciados pechos por la abertura de su camisa, el canalillo era más que sugerente, no llevaba sujetador y por eso cada vez que se agachaba sus pechos se movían insinuantes hacia un lado y otro, con la contradicción de su cadena de oro que se hundía entre ellos. Me imaginé en esos instantes saboreándolos y apretarlos con mis manos, con delicadeza pero con firmeza. Nunca se me había ocurrido espiar a nadie y aquello comenzaba a gustarme y mucho. Seguía con mis imaginaciones, pues los tres primeros botones ...
    ... de la camisa los tenía desabrochados, y me permitían continuar con mis sueños, me llevé la mano al bulto que afloraba entre mis piernas y desabroché mi pantalón, sin perder un instante de vista a mi maravillosa vecina. Y comencé a masajearme con las manos, pero para mí eran sus pechos enormes que con ese vaivén me acariciaban mi miembro, con esa piel tan delicada y caliente que tienen los pechos. Ella se colocaba de vez en cuando la camisa como dándoselas de recatada y no se imaginaba que yo, el vecino de enfrente me la estaba meneando a su salud. Seguí con aquella idea de que aquellos pechos rodeaban mi sexo y se movían acompasados y con tal presión que podía estallar en cualquier instante. Le quedaba poca ropa por recoger y debía darme prisa pues no quería que se fuese sin su regalo. Totalmente excitado y acalorado sentí que me venía y no pude remediarlo y con el primer chorro solté un grito ahogado de placer pero no lo suficientemente ahogado, pues instintivamente me escondí. Miré de reojo por si había sido descubierto, y vi a mi vecina mirando para un lado y otro, y hacia mi ventana, creo que no me vio pero no estaba seguro. Me había corrido de gusto pero había llenado todo el suelo. Mientras me dirigía hacia el baño, sonó el timbre de la puerta, me coloqué bien el pantalón tras limpiarme bien. Fui a abrir la puerta y allí estaba ella, con su misma camisa y sus prominentes y sugerentes pechos. Yo aún estaba colorado y no articulé palabra; ella me miró completamente y se ...
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